Me he levantado esta mañana y he conocido a Boualem Sansal. Me estaba esperando en el teléfono.
Existía sin que yo lo supiera, pero hoy he sabido que, por vivir y expresarse con libertad, han encerrado su cuerpo en una celda. Parece que no han cambiado los tiempos y que los antiguos Índices inquisitoriales de libros prohibidos, en sus innumerables formas y tamaños, aún perduran en muchas sociedades.
En el teléfono también he sabido de algunas de sus novelas, como El juramento de los bárbaros; 2084. El fin del mundo y La aldea del alemán. He decidido empezar por la primera.
La voz de Sansal me ha llegado firme y certera y me he sentido brutalmente herido e indefenso ante tanta intransigencia.
¡ Qué intriga tan bién diseñada ! Imagino que continuará.