LOS MOSTRUOS DEL CAOS

Julián Moral

Divulgador de Historia

Figura de Leviatán en el tímpano del Juicio Final de Santa Fe de Conques

En el universo mental de los antiguos griegos abundan los seres monstruosos típicos de los mitos y de las primeras cosmoteogonías: seres caóticos del desorden primigenio. Pero, al igual que en el mundo griego, esta visión se repite prácticamente en casi todas las culturas. Sea como sea, lo cierto es que muchos de estos seres primigenios o primordiales y otros muchos de la mitología, la religión y el folklore han ido sobreviviéndose y renovándose a través del tiempo en el imaginario colectivo.

Todos estos seres supervivientes en el inconsciente entroncan con las construcciones mentales del pensamiento mágico; tienen su continuidad en la mítica arcaica; se retroalimentan con la vieja y nueva mítica religiosa y se renuevan con las recreaciones mítico-literarias (Lovecraft, Poe, R.E.Howard…) de los «amos» de la Tierra anteriores a la aparición del hombre: los mitos de Cthulhu.

Los humanos, cuando se encontraban ante hechos y fenómenos inexplicables, daban rienda suelta a su fantasía e inventiva. Las sombras de la noche poblarían sus cabezas de terrores y monstruos, encontrando fácil acomodo en sus mentalidades primitivas. Todos los fenómenos buenos y malos para la supervivencia pasaban a ser entidades misteriosas, cobraban personalidad, estaban animados y acabarían con formas más o menos definidas en su imaginación: engendros humanos o animales o mezcla de ambos. Lógicamente, los fenómenos vivenciados como malos tenderían a imaginarlos con formas monstruosas, desproporcionadas e irreales.

De esta primera fase en la que el elemento físico se identifica con un «daimon» (dios o diablo, bien o mal) empiezan a surgir los mitos rudimentarios que evolucionan hasta resultar una lección de vida vestida de inventiva literaria. El ser humano comienza a buscar explicaciones complejas a la contingencia cósmica e histórica, tratando de darle un cierto orden y sentido a su existencia.

Fundidos con los mitos aparecen las cosmoteogonías, los himnos y poemas a dioses, héroes, reyes…, y las elucubraciones religioso-teológicas y filosóficas con contenido social y moral. Los dioses, los héroes, las élites de poder y del pensamiento, el mito, en general, postulan ya la búsqueda de un orden en su amplitud cosmológica: un control de lo social, político y religioso como una extensión del control y dominio de la naturaleza. Ya no se trata solamente de encontrar una explicación del cosmos, sino de adaptar esa explicación al orden social, armonizando mitos, cosmoteogonías y, más tarde, pensamiento filosófico-teológico.

Ahora bien, cuando se habla de cosmoteogonías y mitos, encontramos un cierto paralelismo entre los modelos griegos, egipcios y orientales (mesopotámicos, hebreos, fenicios…).

Combate entre Marduk y Tiamat

En las cosmogonías, como, por ejemplo, el Poema babilónico de la creación (Enuma elis), se describe como al principio reinaba el caos representado por un dragón y, como en varias mitologías cosmo-teogónicas, el dios principal o supremo vence al monstruo y crea el universo a partir de sus restos. Marduk el dios babilónico destruye al dragón marino Tiamat, símbolo del poder caótico de las aguas primigenias: el dios doblega las aguas y nace la agricultura. Algo similar aparece en las cosmogonías hurritas e hititas y, por supuesto, en la cosmoteogonía griega con Zeus destruyendo con su rayo a los Titanes.

En la Biblia se encuentran referencias a la destrucción por Yahvé de monstruos del mal, del caos, en fin, del desorden, del mar caótico, como Rahab y Leviatán, pero esto aparece ya en libros posteriores al Génesis en los que los dualismos bien-mal y pecado-virtud están abriendo la vía ético-moral propia de las religiones más evolucionadas. También en el Nuevo Testamento –especialmente en el Apocalipsis– encontramos una cruda, surrealista y alegórica lucha entre la deidad y sus ejércitos angélicos contra monstruos y entes imposibles a imitación de los viejos profetas bíblicos apocalípticos.

La idea que subyace en estas creaciones y apoteosis es la del ordenamiento coherente del mundo: la vida en armonía con el orden cósmico. Esa armonía ocupa la visión griega del universo quizá más que en otros pensamientos del mundo antiguo. El predominio de las fuerzas caóticas (representado en su mitología maléfico-monstruosa), el desorden sobre el orden, el desequilibrio sobre la armonía, el conflicto sobre la concordia, impulsaron, a través de mitos y cosmoteogonías, al pensamiento antiguo a fundamentar su lucha contra el caos de un mundo desordenado tanto en el plano natural como social.

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