EL TEATRO MEDIEVAL

Ángel Moreno García

51948f027dd5ds33794_pÁngel.- ¿A quién buscáis?

Clérigos.- A Jesús Nazareno.

Ángel.- No está aquí, resucitó como estaba profetizado.

Los clérigos levantan entonces el velo dejando ver el lugar vacío

Muestran dicho velo al pueblo gritando con alegría:  «¡Alleluia, resurrexit!».

Al tratar el teatro en la Edad Media, no nos lo podemos imaginar como el teatro de nuestros días: autor que escribe un texto, edición de éste, compañía de actores que lo representa en un espacio determinado frente a un público.

El acto teatral del medievo debe entenderse en sentido amplio; así, se pueden considerar como manifestaciones dramáticas medievales aquellas obras que presentan un diálogo, forma por excelencia utilizada debido al didactismo medieval, tales como los  “debates”, las “disputas” o las “recuestas”; la interpretación de los juglares ante su público (que declamaban, tocaban instrumentos y ofrecían distintos juegos), las diversiones populares (títeres y  autómatas de las fiestas religiosas), los festejos aristocráticos y cortesanos. Por otra parte, la Iglesia, condenó los espectáculos considerados lascivos, también los “mimi” e “histriones”. Incluso Alfonso X, en sus Siete Partidas, se refiere de forma negativa a unos “juegos de escarnio”, prohibiéndolo a los clérigos.

En cuanto a los lugares de la representación, hay que indicar que el teatro comienza en los interiores de las iglesias, de ahí pasó a los pórticos y después a los espacios públicos (plazas, patios, claustros, calles, cementerios).

Los orígenes del teatro hay que buscarlos en los ritos sagrados. En este sentido, las piezas más antiguas  son composiciones relacionadas con la liturgia de Pascua, que, con el paso del tiempo, se representan en fechas determinadas como Viernes Santo, Navidad y la Epifanía. Destaca el Quem quaeritis? (o Visitatio sepulchri), ceremonia relacionada con la Vigilia de Pascua. Los textos más antiguos datan del siglo X; tenemos constancia, además, de que este tipo de representaciones se difundieron por toda Europa hacia el año 1.000.

Otro género destacable es la adoración del Niño Jesús por los pastores o el Officium pastorum, así como el Ordo stellae, sobre la Epifanía, que representa la visita de los Reyes Magos,  y el Ordo prophetarum, con referencia a los profetas del Antiguo Testamento que predicen el nacimiento de Cristo.

md.0000035161El único texto romance conservado es el Auto de los Reyes Magos, que está incompleto en un códice del siglo XII. En esta obra, los tres Reyes debaten sobre la estrella aparecida y deciden marchar a Belén para comprobar si el niño nacido es Dios, un hombre común  o un rey. Visitan a Herodes que, horrorizado, convoca a los sabios de su corte, los cuales no saben cómo afrontar el misterio del nacimiento de Cristo, con un riña entre  ellos. Ahí se interrumpe el manuscrito que consta de 147 versos.

Ya en el siglo XV encontramos espectáculos más trabajados y más obras escritas en romance. Sobresale Gómez Manrique, que compuso varias piezas: con motivo del XIV aniversario del príncipe Alfonso en 1467; otra con ocasión del nacimiento de un sobrino del poeta;  unas Lamentaciones hechas para Semana Santa, diálogo entre la Virgen y San Juan; y una Representación del nacimiento de Nuestro Señor.

Desde el Auto hasta Gómez Manrique no existen apenas muestras dramáticas, de ahí que Lázaro Carreter apuntara que “la historia del teatro en lengua española es la historia de una ausencia”.  No obstante, en otras regiones lingüísticas como Cataluña sí contamos con bastantes testimonios que relacionan su dramaturgia con las del sur de Francia, Inglaterra o Alemania.

Por otra parte, los elementos dramáticos de algunas obras son también evidentes: la Vita Christi de Iñigo de Mendoza, la Passión trobada de Diego de San Pedro, y el anónimo Diálogo entre el amor, el viejo y la hermosa son buenos ejemplos.

Hemos de esperar a Juan del Encina, Lucas Fernández y Gil Vicente, entre finales del siglo XV y principios del XVI, para encontrarnos plenamente con el drama hispánico.

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