SIDDHARTA

Pedro Centeno Belver

La novela que en esta ocasión invitamos a leer no es una novela histórica al uso. Quizá ni siquiera pudiéramos considerarla una novela histórica o, tampoco, una novela. En efecto, estamos ante una obra literaria muy próxima a un poema o a la narración alegórica de un viaje interior. En cualquiera de los casos, advertimos, no defraudará nunca su lectura.

Nos situamos en la época de Buda, un personaje de cuya trascendencia en la historia podemos eximir toda duda y nos encontramos ante un hombre, Siddharta, que tendrá muchos puntos en común con la vida del propio Buda. Sin embargo, se nos plantea desde una perspectiva diferente. No estamos ante una recreación de la vida del personaje histórico, sino ante la evolución interior de una persona que coincide en el tiempo con aquél y que, pese a conocerlo, decide seguir su propio camino para llegar a su propio fin, algo que ya viene representado en el propio nombre del protagonista.

La habilidad de Hesse para narrarnos la historia con una belleza poética inigualable deja algunos momentos soberbios en su obra, como cuando comienza la búsqueda del placer en los brazos de Kamala, un aprendizaje que no pudo realizar en su vida de asceta como samana o asceta privado de todos sus bienes y acostumbrado al ayuno.

En efecto, la vida de Siddharta transcurre por una continua evolución que le lleva permanentemente a abandonar todo aquello en lo que se ha ido convirtiendo. El protagonista va superando diferentes etapas que le llevan al aprendizaje, al conocimiento y, una vez asimilado este conocimiento siente el hastío y la necesidad de evolucionar como persona. Por ello, como samana consiguió abandonar su propio cuerpo, conoció la sabiduría de la meditación y del autocontrol, el ayuno y la privación de todo lo que conforma al ser humano para acabar descubriendo que lo único que supone ese comportamiento es una tupida nube que impide ver la unidad, el auténtico yo.

La presencia de Buda es, en este sentido, un motivo significativo en este camino. Nuestro protagonista rechaza seguirle en esa “secta” de seguidores vestidos con sus túnicas amarillas porque entiende, quizá con la razón que ninguna religión ha querido entender, que la búsqueda de la sabiduría, el auténtico conocimiento de Siddharta, de sí mismo, solo puede llegar si sigue su propio camino. Sin duda, es un pasaje memorable dentro de nuestra pequeña obra que debería entenderse en los tiempos en los que vivimos.

Una vez adquiridos estos conocimientos, llega la necesidad de buscarse como hombre, como ser en el mundo que vive, como alguien de su especie. Y lo consigue de manera brillante al conseguir un empleo, gracias a la intermediación de Kamala, la mujer más bella del mundo, cortesana que le introduce en el universo de las riquezas, de la vulgaridad de lo humano, del dinero, de los regalos. Conforme va triunfando como persona, va adquiriendo todos los vicios que se nos pueden atribuir a cualquiera de nosotros y en los que, de alguna manera, deberíamos reflexionar. Llegado el momento, Siddharta partirá e irá evolucionando en su camino mientras se encuentra con otros personajes (incluido su amigo de la infancia, que le abandonará una vez que conoce al Buda).

Así pues, esta pequeña novela es, como decimos, una joya literaria que invita a la reflexión desde una perspectiva anacrónica. Efectivamente, nos situamos muchos siglos atrás, pero conforme avanzamos en la lectura podemos realizar ese camino interior junto al personaje para avanzar en esas etapas de la vida junto a él.

La ubicación histórico-temporal se realiza apenas mediante la descripción de las costumbres o ropajes; quizá, sobre todo, podamos destacar este aspecto en el momento en que Siddharta se realiza como hombre en las “infantiles” costumbres del hombre, que valora el dinero y las cosas sin sentido, da cabida al enojo por las menores razones y se auto-impide el disfrute de la vida. Sin embargo, todas y cada una de las reflexiones, quizá por esa introspección visceral que realiza el autor sobre el personaje, se pueden extrapolar a nuestro presente, de manera que estamos, como avisamos al comenzar, ante una novela que no podríamos llamar histórica.

Por todas estas razones y las que quedan por descubrir en la lectura del libro, invitamos a leer esta magnífica novela. A disfrutar y a reflexionar junto al personaje; a sentir cada una de las emociones que transmite y, por supuesto, a encontrar un pedacito de la sabiduría que encerramos en nuestro interior desde este camino poético y florido que nos legó Herman Hesse.

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