LA FIRMA DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Candela Arevalillo

gustavo_adolfo_becquer_novescritores“¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?… poesía… eres tú”.

¿Quién no ha leído en alguna etapa de su vida las rimas de Bécquer? Su poesía, de profundo sentimiento y con un léxico sencillo, intimista y cercano, contrasta notablemente con la línea elegida para sus leyendas, algunas de ellas diseñadas bajo la influencia del espíritu del Romanticismo que aún se dejaba notar entonces. Éstas, pertenecientes al género del relato gótico, ofrecen en contraposición un marcado gusto por lo misterioso, lo sobrenatural y terrorífico. Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla en el año 1836  y murió de tuberculosis a la edad de 34 años en Madrid. Sin poseer una formación académica especialmente sólida, su obra literaria ha dejado una importante huella hasta nuestros días.

Cuando analizamos los textos manuscritos del poeta, lo primero que nos llama especialmente la atención es el trazo final de algunas de sus últimas letras, como bien se observa, por ejemplo, en las vocales a y e. Estos trazos se elevan por el aire provocando una exagerada curva hacia la izquierda totalmente  innecesaria. Ese giro sinistrógiro tan marcado se dirige claramente hacia el pasado de la escritura, hacia los orígenes. Si a continuación realizamos un puente asociativo sobre aspectos psicológicos del autor, estos movimientos gráficos acaban haciendo referencia a la figura de la madre, hacia el yo, hacia sí mismo y para sí mismo.

¿Qué podría buscar y necesitar G. A. Bécquer tan intensamente del pasado? Precisamente, el calor de los afectos, el calor del amor que no tuvo. El origen de esta pronunciada tendencia la encontramos en un acontecimiento vital que experimentó a los cinco años, cuando su padre falleció. Su madre moriría un año después. A esta circunstancia habría que añadir los amores y desamores que experimentó, incluido su divorcio con Casta Esteban, que provocaron una notable insatisfacción en el terreno sentimental. Hablaríamos, en consecuencia, de acaparamiento de afectos.

GustavoAdolfoBecquerDependiendo de la procedencia de este trazo, deduciremos qué tipo de acaparamiento se desencadena en la persona: intelectual, afectivo o material. En este caso, al producirse en el cuerpo central de la letra, nos estamos situando en el mundo de las vivencias más íntimas del autor relacionadas con los afectos y sentimientos.  

Para explicar el porqué de esta conclusión haremos uso de la estadística, pero también retrocederemos a la infancia del ser humano. Un niño pequeño, con un lápiz en la mano y un papel, los primeros trazos gráficos que realiza son líneas al azar o en zigzag que con el tiempo se transforman en círculos amorfos que le permiten, curiosamente, ir tomando conciencia de su propio yo. El motivo está en que todos los “elementos invisibles” que contiene ese círculo son él mismo simbólicamente, y lo de fuera, todo lo demás; es decir, el resto del mundo. De esta forma, los óvalos representan el YO con todas sus vivencias: un cúmulo de sensaciones y emociones que son recogidas dentro de ese círculo innato y misterioso que todo lo abarca simbólicamente.

Frente a su lirismo intimista y su carácter afectuoso y sociable, encontramos a un Bécquer con destacadas dotes de mando e imposición: condiciones idóneas para ocupar determinados puestos de dirección, como así ocurrió en las diarios de “El Entreacto” y “La ilustración de Madrid”, o para realizar debates políticos a los que era muy aficionado. Las barras o travesaños de la letra T nos lo confirman, al igual que su iniciativa y sus intensos deseos de poner en marcha sus proyectos; impulsos de realización que al final no canalizaba correctamente por impaciencia.

2º Firma-Bécquer-Su rúbrica es sencilla, pero elocuente. La primera nos habla de su naturaleza extrovertida, de su receptividad y  apertura a todo estímulo externo procedente del mundo que le rodea. A través de ese enorme bucle curvo, comprobamos su capacidad para transformar la información recibida con su imaginación creativa y expresividad, tanto oral como escrita. En cierta forma, sus leyendas y relatos, más que originalidad en contenidos, lo que ofrecen es originalidad expositiva y una gran habilidad en la manera de narrar. Así pues, la curvatura de la rúbrica y de la letra “d” de sus textos manifiesta su excelente capacidad para asimilar la información que recibe del exterior y transmitirla posteriormente a través de su obra literaria. Fue un hábil comunicador: cualidad que potenció gracias a su trabajo como periodista, que le permitió ejercitar una narración atractiva, ágil, amena y fluida.

Pero esta primera firma presenta variaciones en la rúbrica, como observamos en la segunda que hemos publicado, en donde el anterior bucle se estrecha transformado en una extensa línea. ¿Qué está manifestando este grafismo?

3º FIRMA4º FRAGMENTOCuando en un texto necesitamos atraer la atención del lector a un punto determinado, solemos subrayar aquello que nos interesa hacer destacar: una letra, un título… Por lo tanto, por analogía, nos está indicando su necesidad de sobresalir y hacerse notar socialmente. Porque, consciente de su valía, desea de alguna forma ser admirado y querido: un elemento más que corrobora ese acaparamiento de afectos que antes mencionábamos. Es verdad que tuvo cierto reconocimiento en vida, pero su momento de gloria y su gran éxito fue post mortem.

Gustavo Adolfo Bécquer en el “El desván del grafólogo”, del programa cultural Palabras en Vuelo, organizado por la Asociación Escritores de Rivas.

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