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ROMA ETERNA… MENTE CAÓTICA

Luis Moratilla

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Hola amigos, retomamos Roma: y en esta segunda crónica toca hablar de sus iglesias. No os asustéis, sólo voy a hablar de algunas, ni siquiera de todas las que visitamos. Escribir de todas las iglesias de Roma ocuparía un libro, y sería del tamaño de las antiguas páginas amarillas.

Y aunque os voy a indicar los horarios de visitas según una de las guías que conseguí, no me culpéis si, en algún caso, me equivoco: pueden variar según la época del año y según la capacidad de improvisación romana, pero, por lo menos, sí os servirán de referencia a la hora de decidir el momento de la visita. En domingo puede que algunas sólo abran por la mañana y a mediodía, mientras que en los lunes es posible encontrarlas cerradas. Salvo que lo indique de forma específica, todas las iglesias de las que aquí hablaremos son de entrada gratuita. También es posible que os impidan el paso si vais en pantalón corto, con los hombros descubiertos o con falda por encima de la rodilla.

Empezaremos, enlazando con mi primera crónica dedicada a la Roma antigua, con el Panteón (8.30- 19.30), quizá el monumento más importante del arte romano, fundado por Agripa en el 27 a.C. y reconstruido por Adriano entre los años 118 y 228, maravillosamente conservado gracias a que fue transformado en iglesia en el 609 d.C. El pronaos (parte exterior delantera) presenta 16 majestuosas columnas con capiteles corintios y un friso que nos refiere por quién fue construido. Su interior ofrece una forma circular, con un diámetro y altura idénticos, 43,30 metros, y está coronado por una amplia cúpula, obra maestra de ingeniería y única fuente de luz del edificio, ya que presenta una abertura circular de 9 metros de diámetro. Actualmente, es mausoleo de reyes, reinas y artistas, aunque la tumba más buscada por el turista será siempre la de Rafael.

El Panteón es una zona de callejeo: las plazas Minerva, Montecitorio, Parlamento e incluso Navona están muy cerca, pero también distintas iglesias: San Ignacio (jesuita, llamativa la cúpula pintada simulando ser una cúpula real), San Carlo alle Quattro Fontane (10-18 h. obra de Borromini, destaca su cúpula y la decoración interior), Santa María sopra Minerva (7–19h., única iglesia gótica de Roma, y que cuenta con un Cristo resucitado de Miguel Ángel). Pero si alguna no debéis dejar de visitar, ésa es Il Gesu (7-19.45h., fue el primer templo jesuita del mundo, presenta espectaculares frescos en su bóveda e impresionantes capillas, entre la que destaca la de San Ignacio). Y ya que estáis en esta zona, no os marchéis sin volver a ver a un viejo amigo: Pinocho. La tienda que lo acoge, Bartolucci, está situada en la Via dei Pastini, 96-98, junto a la Piazza di Pietra, y en su exterior, en un banco, por supuesto de madera, está sentado nuestro Pinocho, esperando nuestra compañía y que nos hagamos una foto junto a él.

Y ahora busquemos las grandes basílicas. Seguramente, la más cercana a vuestro hotel (está cerca de Termini) sea la basílica de Santa María la Mayor (7-19 h.). En su exterior destaca la galería con arcadas de su planta superior, y en su interior, de tres naves y columnas jónicas, los espectaculares mosaicos de los siglos V y XIII. Es la que mejor conserva su estructura original y su campanario románico, que es, con sus 75 metros de altura, el más alto de la ciudad. Cuenta con un interesante museo.

Y ya en la zona, es de visita obligada San Pietro in Vincoli (8-18h.), ya que custodia las cadenas utilizadas para aprisionar a San Pedro en Palestina y, sobre todo, alberga en su interior el famosísimo Moisés de mármol esculpido por Miguel Ángel.

 Ahora nos dirigiremos a la basílica de San Juan de Letrán o San Giovanni Luterano (7-18,30h.), en la plaza del mismo nombre y metro San Giovanni,  pero, antes de llegar a ella, pararemos en la iglesia de San Clemente (situada en la vía que une la basílica con el Coliseo), construida en el siglo XII y remodelada en el XVIII. Es un impresionante complejo arqueológico de tres niveles, abierto entre las 9 y las 18h. En sus niveles inferiores encontramos una basílica paleocristiana y una vivienda romana. La visita tiene un precio de cinco euros.

San Juan de Letrán es la iglesia más antigua de la cristiandad y se la llama la “Catedral de Roma”.  Su fachada principal, barroco tardío del siglo XVIII es magnífica, y cuenta con una balaustrada con once estatuas. Su interior contiene cinco grandiosas naves, con un imponente ábside al fondo y un soberbio tabernáculo de mediados del siglo XIV. Por desgracia, apenas pudimos visitar el claustro, magnífica obra del siglo XIII, pero actualmente  casi cerrado por reformas.

Desde aquí tomaremos el metro para visitar la tercera gran basílica de Roma y, para mí, la más bella: San Pablo Extramuros (San Paolo Fuori le Mura, 7-18.30 h.), junto a la estación de Basílica San Paolo. Tenemos varias opciones: bien tomar el metro y trasbordar en Termini, bien volver al Coliseo y tomar el metro directo, bien lo que hicimos nosotros, coger en la plaza un autobús que, por la Via Amba Aradam, nos dejó junto a las Termas de Caracalla, de las que sólo pudimos ver su exterior, aunque, a cambio, presenciamos los preparativos de una boda (adornos florales y templo engalanado) en la coqueta iglesia de S. Nereo e Achilleo, situada junto a la entrada de las Termas. Desde aquí, un cómodo paseo por la Via della Terme di Caracalla nos dejó en la plaza de Porta Capena, desde donde se tiene una buena visión de lo que fue el Circo y la parada de metro de Circo Massimo, a sólo tres estaciones de nuestro destino.

Como os decía, San Pablo Extramuros me enamoró. Su exterior, un grandioso cuadripórtico que precede a la fachada principal, con un tímpano con la figura de Jesús sobre un friso en el que se dibuja una colina y los cuatro grandes Símbolos de los Profetas. En el interior, amplio, colosal, destaca el mosaico del ábside, el arco triunfal, el friso con los retratos de los primeros 263 pontífices y el Tabernáculo. La basílica fue fundada en el siglo IV sobre la tumba de San Pablo y reedificada tras el incendio de 1823. No os marchéis sin visitar, previo pago, el claustro cosmatesco del siglo XIII.

Tras abandonar, no sin pesar esta magnífica basílica, queríamos, antes de comer, visitar la llamada “Boca de la Verdad” y “¡oh maravillas!”, vimos que el autobús 23, que circula en buena parte paralelo al río Tíber, tenía allí parada (vía Ostiense), y como no queríamos metro, en la parada nos quedamos (era domingo): y esperamos 15 minutos, 30, 45 y, cuando ya, desesperados, decidimos volver en metro, vimos cómo al poco se acercaba el autobús: ¡vaya sprint!, yo conseguí ganar al autobús, mi mujer no, pero no era cuestión de perderlo, así que sujeté la puerta hasta que ella llegó y consiguió entrar. Al menos había asientos libres, así que, cómodamente aposentados, llegamos a la última de las iglesias que queríamos conocer:   Santa María in Cosmedin (9.30-17h). Su origen se remonta al siglo VI y fue restaurada en el XII. Destaca en su exterior su elegante campanario románico y, en su interior, su hermoso pavimento y bello baldaquino. En su pórtico se encuentra la archifamosa “Boca de la Verdad”, redondel de piedra y quizá cierre de alcantarilla de la época romana, a la que se atribuye la facultad de morder la mano de los mentirosos. Una foto (no recuerdo si previo pago, pero sí previa espera de más de 20 minutos) atestigua mi valentía y la de mi pareja, que osamos introducir nuestra mano en tan siniestras fauces sin recibir ni un tímido mordisco.

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