BARRY LINDON

Juan Angulo Serrano

lyndon-2Han transcurrido casi cuarenta años desde que se estrenara una de las películas más bellas de la Historia.  Su desarrollo puede resultar lento. Su guión – basado en una novela de Thackeray, que a su vez se inspiró en Casanova –previsible y poco original. Los actores resultan lejanos –la inexpresividad de Ryan O`Neal, la languidez de Marisa Berenson…-. Pero todo esto es lo que D. “Estanislao” quería, salvo al Sr. O’Neal, que fue impuesto por la productora al haberse convertido en un icono por la olvidable Love story.

Al respecto, tengo una teoría. Su obra anterior, La naranja mecánica (1971),  basada en una novela escrita por Anthony Burgess, fue denostada por muchos a causa de su violencia, y prohibida en varios países, entre ellos España, donde hubo que esperar al cambio político para disfrutarla –las colas en el desaparecido Cine California eran impresionantes .  Pero donde tuvo más negativa repercusión fue en Gran Bretaña, ya que se produjeron varios delitos y un asesinato, perpetrados por jóvenes que imitaban la vestimenta y fechorías del protagonista, Alex. Tanto es así que el propio Kubrick, afectadísimo por estos hechos, consiguió que, después de más de un año de proyección, fuera retirada, y no pudo volver a verse allí hasta 1999, después de su muerte. Por ello, realizó Barry Lyndon, que es su antítesis, ya que, a pesar de transcurrir durante una época convulsa en Europa – el último tercio del siglo XVIII -, las batallas, los duelos y las peleas parecen escenas de ballet, y la violencia ni aparece.

Llegó a pre-producir y elaborar el guión de una cinta sobre Napoleón, pero tuvo que desistir por el coste colosal que suponía. Así que se decidió por ésta, que transcurre en un período similar.

Algunos, yo tengo mis dudas, la consideran como su mejor película, aunque fue el mayor fracaso comercial de su carrera. Se anticipó a su tiempo. Son proverbiales su meticulosidad y perfeccionismo, que podía permitirse pues tenía el máximo control de casi todas sus cintas. Las escenas de interiores con velas se toman a la luz de las mismas, para lo que se construyeron unos objetivos específicos, “superluminosos”, diseñados por la NASA, con un resultado inmejorable. Para las tomas con paisajes era capaz de esperar varios días hasta que la luz natural fuera la que perseguía. Vino a España, y lo hizo otras veces, para dirigir personalmente el doblaje al castellano, y  los actores – aunque en alguna ocasión su elección no fuera acertada, como en El resplandor, donde la protagonista era doblada por la gran Verónica Forqué, cuya voz a veces resulta ridícula. A pesar de todo, ganó cuatro merecidísimos Oscar: Dirección Artística, Fotografía, Vestuario y Música.

¡Ah la música en Kubrick! Solía mezclar, como aquí, grandes obras de autores clásicos -Bach, Beethoven….- con otros vanguardistas –Walter Carlos, György Ligeti, Penderecki… –  de forma inigualable.

621389-barry_lyndon_louseNo es una historia que enganche demasiado. Está narrada por una omnipresente voz en off. No vemos escenas emocionantes. Pero sí emociona, hasta lo más íntimo, su extraordinaria belleza, en la que Kubrick se recrea hasta parar escenas durante varios segundos, rememorando cuadros de la época, o deleitándonos con unos paisajes y unas tomas de interiores nunca vistos hasta entonces. Hay travelings memorables, como el de la bandera que preside el desfile de la leva de reclutas para la guerra.

Siempre he manifestado mi gran admiración por Stanley Kubrick, por la perfección de sus obras, por su contenido humano, por sus innovaciones técnicas, su fotografía –su primer trabajo fue como fotógrafo- elección de músicas… Y también porque no se encasilló, ya que trató varios géneros: bélico, como Senderos de Gloria – prohibida durante bastante tiempo en España y hasta en Francia –, La chaqueta metálica y la satírica Teléfono rojo, volamos hacia Moscú; dramas humanos como Lolita y Eyes wide Shut; terror, en El resplador; ciencia ficción con 2001, una Odisea del espacio y La naranja mecánica; cine negro en su primera época, que nos dejó El beso del asesino y Atraco perfecto; históricas, como la propia Barry Lyndon y Espartaco.

No demasiada filmografía para sus más de 40 años de actividad, sobre todo  por sus exigencias y perfeccionismo, llevados hasta su última obra, Eyes wide shut, en la que, cuando empezó a montarla, volvió a llamar a todos los actores principales para rehacer algunas secuencias de las que no estaba satisfecho. Pero Harvey Keitel, que interpretaba al amigo que le da la dirección del extraño lugar donde se desarrollan las orgías, se negó, porque tenía que cumplir otros compromisos. Kubrick, ni corto ni perezoso, le eliminó de la película, sustituyéndole por su amigo y también director Sidney Pollack, con el que volvió a rodar todas sus escenas. Se dice que repitió hasta noventa y cinco veces una de Tom Cruise. Así era este gran director.

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