¿NUESTRA LENGUA TIENE EL MISMO FUTURO QUE EL LATÍN? 

Patricia Pérez 

La lengua castellana es una de las más completas  y ricas del mundo. Rica, porque ha ido tomando lo mejor de las culturas que la han influido (lenguas prerrománicas, latín, griego, alemán, árabe, francés, portugués…). Completa, ya que nos da posibilidades de acercarnos más a  expresar nuestros sentimientos y pensamientos gracias a la variedad de léxico e instrumentos para crear palabras nuevas. Y aún así resulta ser muy agradecida, ya que nos facilita el aprendizaje al ser fonemática debido al esfuerzo especial de Alfonso X el Sabio en el siglo XIII.

Con todo, los usuarios no la cuidamos lo suficiente. De hecho, aquellos que deben procurar la unidad y perdurabilidad del español – periodistas y políticos, entre otros- parecen dedicarse realmente a maltratarla, empleando vocablos incorrectos que hacen que te sangren los oídos. Pero el gran problema resulta ser que ellos son considerados modelo de la buena dicción, de manera que nos encontramos ante una verdadera epidemia de patadas al diccionario.

A eso se suma que la R.A.E. camina de un extremo a otros. Comenzó siendo muy estricta con las palabras que incluía en el diccionario, pero ha llegado a aceptar cualquier cosa.

Seguro, querido lector, que ha oído mencionar reiteradamente la palabra “influenciado”. Resulta ser un invento de periodistas descuidados y se ha extendido como la peste entre muchos de los hablantes de nuestra lengua. El verbo, en realidad (procedente del latín INFLUERE) es influir, por lo tanto su participio será influido y el adjetivo influible.

Sin embargo, existen más barbaridades que aparecen en la prensa de prestigio. Recuerdo especialmente una que me llamó la atención en mi época de estudiante. Acabábamos de ver el texto periodístico en Lengua y la profesora en cuestión nos había asegurado que los periodistas debían ser un modelo de expresión. Nos encargó la tarea de analizar textos de este tipo. El que me tocó a mí exaltó de inmediato mis sentidos, no por el tema, sino por algo que dañaba mis ojos de adolescente: la palabra –si puede denominarse así- ARRUINAMIENTO. Querido lector, supongo que se habrá removido en su asiento. Obviamente, nuestro periodista no tiene cinco años y debería poseer una mínima competencia que le diga que es RUINA.

Podría argüir, lector, que esto fue en el pasado. ¡Ajá! Ahí se equivoca.

Pasemos, por ejemplo, a revisar la prensa deportiva –sobre todo preferida por nuestros adolescentes y de donde aprenderán el uso  de la lengua-. No hace mucho tiempo (la semana pasada), tras un duro partido de fútbol, algunos de los jugadores se tiraron al suelo extasiados en vez de extenuados. Por lo visto este deporte consigue lo mismo que Santa Teresa de Jesús.

Pero no hemos de olvidarnos de los políticos, en otra hora modelo de corrección. Eso sí que se acabó. Además da igual de qué partido. ¿No han leído nunca un buen libro?

Veamos algunos casos. Todo el mundo recuerda «instituido por UNESCO»  en vez de «la UNESCO», porque, hijos míos, todo el mundo sabe que las instituciones son precedidas de un artículo. O ¿qué es eso de eliminar la –d- del participio? Aunque lo que es el colmo es hablar de un tal «Machao» en vez de nuestro gran Machado.

Por supuesto, no podemos olvidar el demagógico empleo del masculino y el femenino. Me refiero a casos como «ciudadanos y ciudadanas». Claramente incumple la economía de la lengua. Por qué retorcer todo si el masculino  ha sido seleccionado para agrupar  y facilitar la comprensión. Imagine un texto en que nos veamos obligados a poner además adjetivos, que concuerdan en género y número con el sustantivo: » los ciudadanos y las ciudadanas sois bien venidos y bien venidas a este acto, donde todos y todas, blancos y blancas, negros y negras…» Claramente, hemos perdido la atención y comprensión de nuestro destinatario. Además, recuerdo que el género no es un signo motivado por el sexo. ¿Dónde están los genitales femeninos que nos advierta que debemos hablar de mesa y no de meso? Es un mero organizador lingüístico, y no un mecanismo primitivo de distinción sexuada, pues, entonces, emplearíamos el neutro en los sustantivos referentes a objetos.

De la prensa del corazón, tan extendida, mejor no hablo, por el momento.

Ante todo esto cabe hacerse una pregunta: ¿nuestra lengua tendrá el mismo destino que el latín? La verdad es que sabiendo las causas por lo que el latín se esfumó de las vidas de los hombres, no entiendo cómo podemos caer en las mismas situaciones. Será que el ser humano cae siempre dos veces (al menos).

Lo cierto es que la lengua es nuestra vía de comunicación, conocimiento y pensamiento. Sin ella ya no seríamos seres humanos. ¿Por qué no cuidarla?

¿Dónde ha quedado la maestría de Larra, Clarín o de Castelar? ¡Sí que eran verdaderos ejemplos! Visto qué camino se está tomando, debemos adoptar el budismo y esperar que Castelar se reencarne de nuevo en un gran orador. Tal vez volvamos a apreciar nuestra lengua y no degeneremos hasta comunicarnos mediante gruñidos.

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