VIEJAS CIUDADES HEROICAS

Sergio Guadalajara

Masada en la actualidad
Masada en la actualidad

Normalmente la principal preocupación del hombre suele ser la de conservar la vida, pero hay excepciones motivadas por la mente humana en la que se prefiere una muerte con honor a vivir subyugado a otros, como les sucedió a los refugiados en Masada o a los famosos numantinos que se enfrentaron al poderío de la Roma imperial.

Masada es una imponente elevación de roca que se levanta a pocos kilómetros del Mar Muerto y que supera los 360 metros de altitud. Pese a su condición de ser casi inexpugnable, el rey Herodes decidió fortificarla y adecuarla para que  fuera capaz de resistir asedios que duraran años. Para ello, se levantaron muros de piedra de seis metros de alto por cuatro de ancho, además de numerosas torres defensivas cada cierta distancia. En el interior se construyeron enormes depósitos de agua, grandes almacenes y un suntuoso palacio con todas las comodidades. Había también un abundante repertorio de armas

Cuando el rey Herodes murió, un destacamento romano ocupó la fortaleza hasta el año 66 a.C, cuando comenzó la guerra judeo-romana, en el que un grupo de zelotes (nacionalistas que pretendían la total separación de Judea del Imperio Romano) mató a los romanos allí presentes y se hicieron con el control del lugar. Más zelotes acompañados de mujeres y niños acudieron a Masada en busca de refugio. En el año 72 a.C., Lucio Flavio Silva, un general romano, tomó el mando de una legión y se dirigió a Masada para sitiarla. Estableció varios campamentos en los alrededores del bastión y ordenó que se construyera una muralla que rodeara la fortaleza para evitar que ninguno de los asediados pudiera escapar.

Lo verdaderamente complicado de esta situación no era mantener el sitio, sino acceder a la fortaleza para poner fin cuanto antes al movimiento insurrecto judío. El acceso a Masada no era nada fácil, pues únicamente había dos opciones de ascenso: el denominado “camino de la serpiente”, de cinco kilómetros de duración, de sinuoso trazado, gran pendiente y estrechez permanente; y otro sendero de similares características que se encontraba bajo la fortaleza.

Para poder alcanzar la cima, Lucio Flavio Silva mandó construir una rampa que llegara hasta las murallas de Masada. Una vez finalizada la construcción, se subió un ariete al lugar que consiguió hacer una brecha en la piedra para descubrir otra nueva barrera de madera levantada precipitadamente por los defensores. El problema fue rápidamente solventado: varios soldados romanos fueron con antorchas que en poco tiempo acabaron con ese impedimento. El ataque fue aplazado hasta la mañana siguiente.Ruinas del Palacio de Masada

Mientras los romanos se retiraban a sus cuarteles, en el interior de Masada los supervivientes de los mil que había al comenzar el asedio se dieron cuenta de que estaban perdidos ante el ataque inminente de los romanos. El líder de los zelotes, Eleazar, los reunió a todos y se dirigió a ellos mediante un emotivo discurso en el que les propuso darse muerte ellos mismos para evitar que sus enemigos disfrutaran con la victoria y que les vendieran como esclavos. Tras dialogar durante un rato, los hombres decidieron hacer caso a Eleazar y matar a sus esposas y sus hijos para que luego, otros diez hombres elegidos aleatoriamente, acabaran con ellos. Solo sobrevivieron dos mujeres y cinco niños que se habían escondido para evitar ser asesinados. Por la mañana, los soldados romanos entraron en el interior de la fortaleza preparados para tener que luchar en una larga y desesperada lucha, pero lo único que salió a su encuentro fue el silencio.

"El último día de Numancia". Alejo Vera.
«El último día de Numancia». Alejo Vera.

Los soldados del Imperio Romano quedaron impresionados ante la determinación con la que sus adversarios se habían dado muerte para no ser vencidos y humillados.

Esta actitud no solo se dio en Masada, pues se ha repetido en numerosas ocasiones de la Historia, como en la famosa Batalla de las Termópilas, en Numancia o en periodos más cercanos a la actualidad como la II Guerra Mundial, en la que numerosos japoneses prefirieron acatar el código del Bushido (se suicidaron mediante el harakiri) a caer en manos del enemigo como prisioneros. En el caso de Numancia, hay cierta polémica, pues aunque la versión más aceptada de Floro y Orosio y que se cree más fiel a la realidad dice que los numantinos decidieron incendiar la ciudad y suicidarse de forma similar a la de Masada para evitar ser hechos prisioneros, hay expertos que discrepan y afirman que el general romano encargado del asedio, Escipión, capturó la ciudad tras haberla recibido de un grupo de derrotados y exhaustos numantinos. Después mandó incendiarla.

Existen ciertos paralelismos entre los asedios de Numancia y Masada que pueden ser evidentes al haber convivido en una época muy cercana: en las dos ciudades el encargado del ataque era el ejército romano y el número de los defensores era inferior que el de los atacantes. También en ambos lugares se eligió el fuego como elemento encargado de borrar  todo vestigio de presencia humana, pero lo que más puede resaltarse es el final del asedio, pues los habitantes de las dos ciudades perecieron por no aceptar las costumbres romanas, preservar las suyas propias y evitar el expansionismo del Imperio.

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