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PARÍS BIEN VALE UN VIAJE Y CIENTO

Luis Moratilla

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Hace ya varios años prometimos a nuestros hijos un viaje fuera de nuestras fronteras. Y además, nos arriesgamos a dejarles escoger el lugar. Acertaron, eligieron la para muchos ciudad más hermosa del mundo. Después de conocerla, no seré yo quien niegue a París ese bien merecido título.

Mucho hay escrito sobre la capital de Francia, y esta crónica no pretende descubrir ningún gran secreto del que aún no se haya hablado, pero sí quiero que conozcáis mi experiencia, y sería feliz si en algo os ayuda cuando decidáis vuestro viaje.

Los preparativos los inicié hace ya varios meses con la lectura de las guías publicadas por Anaya, El País y Trotamundos, con las que me pude hacer una idea (muy visual la de El País) de cuáles podían ser los rincones más interesantes.

El siguiente paso fue la oficina de turismo de Francia en Madrid: c/ Serrano, 16 3º izda. (C/ Fontanella, 21-23 en Barcelona). Tfno  807117181 y web  es.franceguide.com y es.parisinfo.com. Allí podéis solicitar planos tanto del transporte público como de la ciudad, aunque la utilidad de este último es reducida ya que se necesita una lupa para ver los nombres de muchas calles, eso cuando no han desaparecido al estar ocultos por el dibujo de los distintos monumentos. Mucho más útil me fue fotocopiar los planos de las zonas a visitar que figuran en las guías de Anaya y El País. Pero en la oficina de turismo también podéis adquirir (incluso vía Internet) distintos billetes que luego os serán muy útiles: el pase para los museos, el de los autobuses panorámicos, viajes en barco, o abonos transportes.

Antes de iniciar el viaje, pensad en los pases que podéis necesitar: adquirirlos en el origen os evitará perder tiempo luego en el destino. Nuestro viaje era de cuatro días, (18 a 21 septiembre del 2010) y decidimos adquirir los siguientes:

Paris Musseum Pass: 32 euros (2 días consecutivos), compensa si al menos visitas 4 museos/monumentos. Incluye Louvre y Notre Dame, pero no la subida a la Torre Eiffel; además, con este pase se evitan las colas (no en la Santa Capilla, ya que ahí la cola es para pasar el control de seguridad). En París los menores de 18 años entran gratis directamente; entre 19 y 25 años la entrada también es gratuita, pero hay que solicitar la entrada en taquilla y por tanto guardar la cola.

Paris Visite: 9 euros (1 día, zona turística dentro de la ciudad), permite viajar sin límite por Metro, Tren Cercanías, Autobuses e incluso el funicular de subida a Montmartre. Además su compra conlleva descuentos de unos 4 euros en el “OpenTour” y en los barcos “Bateaux Parisiens”,  por lo que si vais a usar también esos medios de transporte resulta muy aconsejable.

Opentour: 29 euros (1 día, 32 por 2 días). Son los autobuses panorámicos, tienen 4 rutas que cubren toda la zona turística, con paradas comunes a varios itinerarios. Son muy interesantes ya que permiten hacerse una idea muy clara de la belleza de París sin cansarnos. Su inconveniente: sobre las 20 horas terminan su recorrido, por lo que la vuelta al hotel si el día se alarga la deberemos hacer por otros medios. Una alternativa a estos autobuses son “Les Cars Rouges” pero, para un precio similar, sólo tienen una ruta.

Bateaux Parisiens: 11 euros el paseo de una hora. Con estos barcos realizamos un pequeño crucero por el Sena, desde donde tendremos otra visión de París, más hermosa si cabe si el viaje lo realizamos con las primeras luces de la noche. El crucero lo podemos iniciar desde dos puntos: uno próximo a la Torre Eiffel, y el otro a Notre Dame. Similar es el Bateaux Mouches (con la desventaja de que sólo tiene embarcadero junto a la Torre Eiffel). Otra posibilidad es el Batobus, que aunque puede parecer más atractivo porque permite subidas y bajadas innumerables al mismo precio, tiene dos desventajas: no está especialmente diseñado para turistas, por lo que no recibes explicaciones de los lugares visualizados como en los otros casos, y en muchas ocasiones pueden ir llenos, por lo que parecerá que viajamos en un incómodo autobús flotante. Muy posiblemente, el barco sólo vamos a utilizarlo una vez y no como transporte sino para ver la ciudad desde otra perspectiva, por lo que las dos primeras alternativas son las mejores.

Billete 10 viajes metro/bus: Como ya os decía, los autobuses turísticos finalizan cuando la luna empieza tímidamente a mostrarse, por lo que podéis ahorraros dineros si compráis (también posible en la oficina de turismo) un bono de 10 viajes (realmente son 10 billetes sueltos que pueden ser utilizados por tanto por varias personas), ya que sería una pena que no visitarais después del alba la Torre Eiffel o Montmartre.

Y después de estos consejos, paso a narraros nuestro viaje. El vuelo no tuvo incidencias, pese a que el miedo de mi hija vio perturbaciones aéreas donde sólo hubo tímidos movimientos. Llegamos al Aeropuerto Charles de Gaulle (vuelo de Air France, unos 100 euros ida/vuelta) a la hora prevista, y aquí se presentaban varias alternativas: taxi, tren de cercanías RER (por obras, los fines de semana, hasta bien entrado el invierno, no funciona, ojo, tenedlo en cuenta), Bus Air France o Roissybus. Optamos por tomar un taxi, y creo que fue la mejor opción, tanto por comodidad como por relación calidad/precio: tanto el autobús Air France como el Roissybus os dejan en puntos concretos de París, su precio es de unos 15 euros (algo menos el Roissybus) y luego tendréis que tomar metro o autobús. El RER tampoco es barato, unos 8 euros por trayecto. El taxi nos costó, suplementos incluidos, 46 euros, era un sábado, en torno a las 16 horas, ligeros atascos a la entrada de París y hotel, nuestro destino, próximo a Notre Dame. Echad cuentas: para 4 personas, el taxi puede ser la mejor alternativa.

Y ahora el hotel: Paris Rivoli, su situación es inmejorable, entre Notre Dame y la plaza de la Bastilla, en el 19 de la Rue Rivoli, http://www.hotel-parisrivoli.com/ Tel.: 01.42.72.62.12 (metro Saint Paul). El precio de la habitación es de 135 euros/noche. Indudablemente, lo mejor del hotel es su situación, pero también la amabilidad de sus empleados (alguno de ellos incluso habla español). El desayuno, en su coqueta cafetería, con croissants, tostadas, algo de embutido y zumos y bollos variados acompañando al café, cuesta 8 euros. En su planta sótano tiene ordenador e impresora, lo que nos fue muy útil para realizar el “check-in” (impresión de tarjeta de embarque y elección de los asientos) del vuelo de vuelta. Eso sí, solicitad una habitación alta para evitar en lo posible los ruidos de su transitada calle

La primera tarde consistió en un paseo por las cercanías: enseguida descubrimos la enorme belleza de esta ciudad, sus amplias avenidas, sus enormes plazas, la homogeneidad de sus edificios y calles. Nos llamó la atención la gran cantidad de bicicletas que circulaban. En cada esquina hay puntos de alquiler, y sus usuarios son jóvenes y mayores, tanto en traje y corbata como con ropa deportiva o aspecto de turistas. También nos sorprendieron las muchas tiendas de venta de frutas, con su variopinto colorido, así como las patisseries: comida rápida y barata a base de baguettes calientes de queso, jamón…

Precisamente, el primer alto fue en uno de estos locales, en plena Rue Rivoli, y junto a la iglesia de St. Paul-St. Louis (terminada en 1641, la Iglesia es uno de los más antiguos ejemplos de la arquitectura de los jesuitas en París). Acodados en su mostrador pudimos matar el hambre que traíamos desde Madrid.

Y ahora la ruta, completada en unas tres horas de lento caminar, nos permitió conocer los alrededores del hotel: imprescindible la plaza des Vosges. Se puede acceder a ella atravesando el Hotel de Sully (extraordinaria mansión renacentista). La plaza fue antiguo escenario  de justas y torneos; terminada en 1605, es la más antigua de París. Está compuesta por 36 pabellones de ladrillo con tejados de pizarra; destaca su perfecta simetría en torno a un jardín central, abarrotado la tarde del sábado por multitud de jóvenes y también por muchos judíos (estamos en su barrio), todos ellos disfrutando de una tarde muy veraniega.  Y luego callejeo: Rue Petit Musc (encantadora la casita en el cruce con la rue de la Cerisaie), rue Francoise Miron (antiquísima casa en su número 11), Jouy, Figuier (la fachada de la biblioteca parece un pequeño castillo de cuento de hadas), y por fin St. Gervais-St Protais (preciosa iglesia terminada en el siglo XVII, en la que destacan las vidrieras que presiden su fachada). El día queríamos que concluyera con un paseo nocturno en barco por el Sena, pero antes aún tuvimos tiempo para rodear el Hotel de Ville, que desde 1357 alberga el ayuntamiento de la ciudad, y admirar su larga fachada, decorada con las esculturas de personajes destacados de la ciudad: artistas, políticos o industriales.

Eran ya las 19,30. El sol empezaba a ocultarse y nuestro pequeño crucero de una hora partía en unos minutos de la Quai de Montebello, al otro lado del río, por lo que tranquilamente cruzamos la isla de la Cité, pasando por delante de la renombrada Catedral de Notre Dame. En la orilla opuesta, unos cuantos turistas, la mayoría españoles, ya hacían cola para montarse en la embarcación que nos enseñaría París desde el río. No os preocupéis, en mi próxima crónica os narraré lo que fue una muy encantadora (y fría) experiencia.

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