UN APUNTE SEPULCRAL

José Guadalajara

CelestinaFernando de Rojas, autor de La Celestina, “estando enfermo del cuerpo e sano de la memoria”, dispuso en su testamento, otorgado el 3 de abril de 1541, que lo enterraran en la iglesia monasterio de la Madre de Dios de Talavera de la Reina. Ordenó, además, que lo vistieran con el hábito franciscano. Fue en este pueblo de Toledo en donde el escritor, junto a su esposa Leonor Álvarez y sus hijos, vivió, al menos, desde 1507, año en el que se trasladó desde la Puebla de Montalbán, su ciudad natal.

A la Madre de Dios, en efecto, pocos días después, sería conducido su cuerpo yacente para depositarlo en algún lugar de la reducida y humilde iglesia de este monasterio. El rastro del sitio en donde fue enterrado hubo de desaparecer con el transcurso de los años, pues el suelo original de la iglesia fue modificado y cubierto con un entarimado. Nada en el interior de esta iglesia ofrecía evidencias sobre la posible ubicación del enterramiento. Este era el panorama que Luis Careaga se encontró cuando, poco antes del inicio de la Guerra civil de 1936, llegó a Talavera para realizar unas prospecciones arqueológicas con el objeto de descubrir los restos del autor de La Celestina

Fue preciso levantar todo el entarimado del presbiterio (el de la nave era mucho más moderno) para hallar, después de excavar hasta unos 35 centímetros de profundidad, un piso de ladrillo que habría constituido el suelo original. Entre éste y el entarimado había una capa de tierra, ladrillos y cascotes en la que se encontró una moneda del año 1605, año que, como muchos saben, fue en el que se publicó la primera parte de El Quijote.

A metro y medio aproximadamente, comenzaron a aparecer los primeros restos humanos; en concreto, tres cuerpos en diferentes localizaciones a lo largo de la pequeña zona del presbiterio y en distinto estado de conservación. Uno era el de un adolescente, en tanto que los otros pertenecían a los cuerpos de dos adultos. En uno de ellos, enterrado en el centro, varios indicios indican que puede tratarse de los restos de Fernando de Rojas. Tal como había estipulado en su testamento, fragmentos de un hábito, de un cordón y otros signos hicieron pensar a Luis Careaga que se trataba sin duda de los huesos del autor de La Celestina:

Iten mando, quando a Dios Nuestro Señor fuere servido de me llevar desta presente vida, que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia del monesterio de la Madre de Dios desta dicha villa de Talavera, en la sepoltura donde mys testamentarios dixeren e señalaren. E sy uviere derechos por la dicha sepultura, mando que se paguen. Iten mando que sea enterrado en el ábito del señor San Francisco y paguen por el lo que justo sea.

muerte de calisto y CelestinaHoy ya no existe el monasterio de la Madre de Dios en Talavera, pues fue demolido a finales del siglo XX. Los restos de Fernando de Rojas se encuentran en la actualidad en el claustro de la iglesia de Santa María, más conocida como La Colegial.   

Me queda ahora un enigma que plantear antes de concluir con este breve apunte: ¿Por qué el cuerpo que fue inhumado en el centro del presbiterio de la Madre de Dios presentaba una forma de enterramiento tan extraña a las prácticas habituales en esa época y ahora?

Cuando Luis Careaga vació la tierra que ocultaban los restos de Fernando de Rojas, se topó con los huesos de un cadáver que había sido enterrado recostado hacia un lado, en posición durmiente, y con la cabeza apoyada en la mano izquierda. Curioso, ¿no?

Léanse la “carta del autor a un su amigo” de La Celestina y encontrarán media respuesta.

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