DON JUAN MANUEL Y EL CONDE LUCANOR

Ángel Moreno García

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Posible imagen de don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio

Como tuvimos ocasión de comprobar con Juan Ruiz, hay veces que las referencias explícitas al autor de un texto medieval nos envuelven en enigmas en torno a esa persona.

Todo lo contrario a D. Juan Manuel, que para más señas fue nieto de Fernando III el Santo, sobrino de Alfonso X el Sabio y primo de Sancho IV el Bravo. Orgulloso de su sangre, si bien con una enorme ambición, participa activamente en la política del siglo XIV, en las luchas entre la nobleza y el rey por ver quién controlaba verdaderamente el poder, llegando a cometer traiciones, contradicción semejante a la contradicción histórica que le tocó vivir.

Esa época turbulenta y sus principales problemas, así como la defensa a ultranza de los intereses y privilegios de la nobleza se reflejan en sus obras, una de las cuales es, quizás, la más conocida: el Conde Lucanor.

A través de los 51 exempla, con los que Patronio ilustra a Lucanor y se resume todo en una moraleja en forma de pareado, encontramos toda una aplicación práctica de las ideas de D. Juan Manuel sobre la condición humana y social.

Ya en el prólogo, el autor declara que:

[…] aunque todos los hombres sean hombres, y por ello tienen inclinaciones y voluntad, se parezcan tan poco en la cara como se parecen en su intención y voluntad. Sin embargo, se parecen en que a todos les gusta aprender aquellas cosas que les resultan más agradables. Como cada persona aprende mejor lo que más le gusta, si alguien quiere enseñar a otro debe hacerlo poniendo los medios más agradables para enseñarle.

Por eso yo, don Juan, hijo del infante don Manuel, adelantado mayor del Reino de Murcia, escribí este libro con las más bellas palabras que encontré, entre las cuales puse algunos cuentecillos con que enseñar a quienes los oyeren.

Por tanto, si la doctrina es presentada con una forma agradable, tanto mejor para alcanzar el propósito principal. Además, debemos guardarnos de los hombres que no son iguales y no tienen las mismas intenciones.

Podríamos decir que estos son algunos de las características y objetivos que contienen el libro: el didactismo sirve para enseñar cómo vencer en la vida y estar atento de los peligros que ésta presenta. De este modo, algunos títulos de los exempla son claros al respecto: Lo que sucedió a un rey que quería probar a sus tres hijos, Lo que sucedió a uno que probaba a sus amigos, Lo que sucedió a un rey cristiano que era muy poderoso y muy soberbio.

Desfilan multitud de reflexiones en torno a la ley, el orden, a la sospecha, a la riqueza ganada, a la amistad. Y nos encontramos con cuentos que se han convertido en acervo cultural. A más de un lector le sonará la narración de doña Truhana, la zorra y el cuervo con un trozo de queso en el pico, la zorra que se hizo la muerta en la calle…, pues no hay que olvidar que estas breves narraciones beben de la antigüedad, de lo oriental, de las tradiciones hispánicas y cristianas, de Esopo y de la tradición eclesiástica, constituyendo uno de los ejemplos más perfectos que estaba alcanzando la prosa castellana por aquel inestable siglo XIV.

Invitamos al lector a recuperar un clásico de referencia y a que dialogue con Juan  Manuel sobre sus ideas. Seguro que la tarde le será provechosa.

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