EL CANTAR DE MIO CID Y EL EPISODIO DEL LEÓN

Ángel Moreno García

leon-sonrienteComienza el tercer cantar, el de la afrenta de Corpes, con un momento irónico y humorístico: el león que se escapa de su jaula y la reacción de los infantes de Carrión, que huyen despavoridos.

Saliose de la red          y desatose el león.

En gran miedo se vieron          en medio de la corte;

embrazan los mantos          los del Campeador

y cercan el escaño          y se ponen sobre su señor.

Fernán González no vio allí donde se escondiese, ni cámara abierta ni torre;

Metiose bajo el escaño,          ¡tuvo tanto pavor!

Diego González          por la puerta salió,

Diciendo por la boca: ¡No veré a Carrión!

Tras una viga lagar,          metiose con gran pavor;

El manto y el brial          todo sucio lo sacó.

Es evidente que el miedo provocaría gran risa en el público asistente a la recitación del juglar, con los efectos dramáticos que éste le daría. Frente a ellos, destaca el arrojo de los hombres del Campeador, que se disponen para la batalla contra la fiera. Pero es el Cid quien finalmente resuelve el episodio:

Mío Cid apoyó el codo,          en pie se levantó;

el manto trae al cuello          y adeliñó para el león.

El león, cuando lo vio,          mucho se amedrentó;

ante mío Cid,          la cabeza humilló y la boca bajó.

Mío Cid don Rodrigo          del cuello lo tomó

y llévalo de diestro          y en la red le metió.

A maravilla lo tienen          cuantos allí son;

Y tornáronse al palacio          para la corte.

Mío Cid por sus yernos          demandó y no los halló;

Aunque los están llamando,          ninguno respondió.

Cuando los hallaron,          vinieron tan sin color.

¡No visteis tal burla          como iba por la corte!

Mandolo prohibir          mío Cid el Campeador.

Se sintieron muy ofendidos          los infantes de Carrión;

Gran cosa les pesa          de esto que les pasó.

cofreCid
Cofre del Cid en la catedral de Burgos

Ya sabemos que el Cid encarna el binomio épico de sapientia et fortitudo, destaca por su sabiduría, templanza, mesura, coraje, valor y todos aquellos atributos que conforman el héroe épico. Frente a éste, se encuentran sus yernos, Diego y Fernando, cobardes, moralmente inferiores, que, aun perteneciendo al estamento nobiliario, no hacen honor a los valores que se supone han de tener.

Recordemos que este episodio y otro posterior, la batalla contra Búcar, dan lugar a la afrenta de Corpes, una muestra de la vileza y ruindad de los infantes. De ahí que la lucha contra la fiera abra el tercer cantar, de ahí que la progresión narrativa sea lineal: la composición es perfecta en ese sentido.

Destaca, no obstante, que sea un infanzón, el Cid, el que amanse al león y los nobles se escondan: ¿por qué ese cambio de papeles? Esta obra, entre otras tesis, alberga una que es clave en todo el desarrollo: el pueblo está enfrentado a la nobleza. El Cid, representa ese pueblo que lucha y consigue botines, demuestra que el honor, la honra y el alto valor ético no se heredan, sino que se conquistan. Frente a ellos, la caduca, perezosa, cobarde e inmoral nobleza.

Sirve, pues, este, en apariencia, inocente episodio para mostrar el rebajamiento moral de los nobles y resaltar las cualidades del héroe; ello se aleja, además, de la épica de otros países: la burla era de los estamentos altos hacia los estratos bajos de la sociedad, nunca en sentido contrario, por lo que tenemos toda una rebeldía social plasmada a través de un sencillo mecanismo comprensible para el público.

¿Es posible en tan pocos versos decir tanto? Otro ejemplo de la joya medieval que es el Cantar de Mio Cid.

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