MULETILLAS Y CIRCUNLOQUIOS

Gonzalo J. Sánchez Jiménez

Todos, en mayor o menor medida, utilizamos muletillas. Las muletillas son voces o frases que se repiten mucho por hábito. Cumplen diversas funciones, aunque no suelen formar parte del mensaje que se desea comunicar.

Los circunloquios son rodeos de palabras para expresar algo que se podría decir de forma más breve y sencilla. Algunos desempeñan funciones semejantes a las de las muletillas.

El abuso de ambos puede propiciar una comprensión confusa, empobrecer la expresión e incluso deteriorar la imagen social de quien los utiliza, motivos estos por los que dichos recursos han de cuidarse con esmero, especialmente en ámbitos divulgativos. Es precisamente en los medios de comunicación y en los pasillos de la política donde de cuando en cuando se desarrolla algún fenómeno lingüístico de este tipo y se generaliza a casi todos los profesionales del gremio, convirtiéndose en norma borreguil sin la cual nadie parece saber hablar. No son construcciones incorrectas, pero el abuso de ellas conforma un lenguaje feo, monótono y cargante; políticos, politólogos y demás caterva informante parecen llevar el mismo anagrama sea cual sea la cadena elegida. Me he fijado en algunas de las más extendidas:

 «Dicho esto»

Antaño, cuando en los institutos se estudiaba Gramática Castellana, esto era una construcción de participio absoluto. Hoy, que se estudia Lengua Española y Literatura, se llama conector textual. ¿Para qué discutir? Esta muletilla es un participio absoluto, que se utiliza para conectar el discurso con lo anterior y como transición a lo siguiente. Ante todo cumple una función de ordenación del texto, pero puede adquirir otros valores como afán de notoriedad ante los demás, breve descanso o respiro para acometer las próximas ideas, distribuir los turnos de palabra…

Lo insoportable es que todos los contertulios abran con ella cada nuevo párrafo (Dicho esto…, dicho esto…, dicho esto…). El «escuchante», transformado por el hastío en oyente y golpeado por ese insistente martilleo, queda condenado a responder de continuo: Oído eso…, oído eso…, oído eso…

«Como no podía ser de otra manera»

Es un circunloquio equivalente a como es evidente, como ya se sabía, como cabía esperar, como se creía… Sobre todo tiene una función enfática; se utiliza para resaltar ideas, situaciones o fenómenos previstos con anterioridad o que obedecen al desarrollo de un proceso lógico:

Esta cadena ha seguido desde el principio los Juegos Olímpicos, que comenzaron, como no podía ser de otra manera, con la ceremonia de apertura.

Al igual que algunas muletilas supone una gran ayuda al hablante: mientras se pronuncia esta larga fórmula da tiempo a prever lo que diremos a continuación; el riesgo está en no pensar lo que estamos diciendo en el momento. Este verano de 2012 recogí esta perla de un periodista deportivo: España lanza el penalti y, como no podía ser de otra manera, mete gol. Me pregunto: ¿Era obligatorio? Me refiero a meter gol, no a lanzar el penalti. ¿El jugador español era infalible? ¿No había palos en la portería? ¿El equipo contrario no tenía portero?

«Por parte de»

Este rodeo, cada vez más extendido, es una locución prepositiva; esto es, un grupo de palabras que equivalen a una preposición; en unos casos a «de» y en otros a «por», o a ambas. Veamos:

Las exigencias por parte del gobierno serán económicas.

Las exigencias del gobierno serán económicas.

Fulano va por parte del equipo local.

Fulano va por el equipo local.

Era conocida por parte de todos.

Era conocida por todos.

Era conocida de todos.

¿Es necesario este recurso? Salta a la vista su inutilidad. ¿Es incorrecto? No, en casos como los anteriores; pero puede llegar a serlo. Intentaré explicar con un ejemplo práctico su proceso de formación, que se debe a un afán de emperifollar el discurso, indudablemente incentivado por seguir la moda.

Fase 1. Comenzaríamos con una sencilla oración activa y transitiva: El abogado solicitó dos nuevos informes. Aunque sea el primer paso, es el más difícil de conseguir. A muy pocos se les ocurre que así, sin más, la oración ya queda clara y elegante.

Fase 2. Sin embargo, la mayoría piensa que resulta pobre y hay que enriquecerla. ¿Cómo? Dando la vuelta a la tortilla; diciendo lo mismo, pero de manera más enrevesada; utilizando la voz pasiva. Disponemos de dos posibilidades:

  1. Pasiva normal: Dos nuevos informes fueron solicitados por el abogado.
  2. Pasiva refleja: *Se solicitaron dos nuevos informes por el abogado.

Acabamos de meter la pata. La pasiva refleja conlleva un marcado carácter impersonal, lo que impide construirla con complemento agente; he ahí el error. Lo correcto sería: Se solicitaron dos nuevos informes.

Fase 3. Conmutamos la preposición por por la superfórmula por parte de en ambas pasivas, porque como no nos suena mal y lo de la pasiva refleja ni nos suena, seguimos para adelante y obtenemos los siguientes resultados:

  1. Pasiva normal: Dos nuevos informes fueron solicitados por parte del abogado.
  2. Pasiva refleja: *Se solicitaron dos nuevos informes por parte del abogado. Y nos hemos quedado más anchos que largos.

Además de a disquisiciones funcionales, el giro se presta a cierta ambigüedad semántica. ¿Por qué no interpretarlo literalmente? ¿Qué razón hay para que parte no signifique porción, trozo, fragmento, miembro, elemento, componente, etc.; vamos, lo de siempre? Observemos: Los acuerdos fueron firmados por parte de los concejales. Podemos entender dos cosas bien diferentes. Considerando por parte de como locución prepositiva equivalente a por, interpretaríamos que los acuerdos fueron firmados por todos los concejales; o dicho de forma anómala en estos tiempos, que los concejales firmaron los acuerdos. Pero si nos fijamos en que parte puede conservar su habitual significación como sustantivo, entenderíamos que únicamente unos concejales firmaron, otros no; convendría saber qué proporción de munícipes fueron los firmantes y los no firmantes; y ya no cabría decir los concejales firmaron los acuerdos, pues no fueron todos.

Debemos eliminar la ambigüedad por pequeña que sea, no dar lugar a dobles interpretaciones, que siempre hay gente que saca punta a todo. Un día leí: Cuatro ovejas fueron atropelladas por parte de un camión. ¿Qué importa si fue con las ruedas de la derecha o con las de la izquierda, con la cabeza o con el remolque? El asunto es que aplastó a cuatro ovejas; el resto es morbo. Así, en el siguiente caso es recomendable decir sufrió una cogida por una vaquilla o de una vaquilla antes que sufrió una cogida por parte de una vaquilla, como he oído en televisión. El puntilloso podría decir que no fue todo el animal -me refiero al de cuatro patas- el que intervino en la peripecia, sino sólo una parte: los cuernos, con los cuernos bastó. En este mismo sentido se puede interpretar el enunciado siguiente: La nueva profesora se sentía acosada por parte del director. Alguien, y especialmente ella, pudiera entender que el acoso venía literal y únicamente de una parte del director; la cuestión ahora sería adivinar cuál, qué parte del director asustaba a la profesora, ¿las orejas?

«Amigo personal»

Llegados a este punto, que es como decir y dicho esto, he de reconocer mi torpeza para comprender tal expresión. ¿Circunloquio? ¿Redundancia? ¿Sandez? Podríamos ver en primer término un circunloquio por utilizar más palabras de las necesarias. Con más claridad se aprecia la redundancia en la palabra personal. Y lo tercero es indiscutible.

He buscado el fundamento de su origen mediante juegos de oposiciones. Veo la primera dicotomía en personal frente a impersonal. Pensar en amigos impersonales nos lleva al absurdo; las relaciones amistosas se producen entre humanos que se conocen. Pero cabría una posibilidad: las redes sociales. ¿Cuántas amistades, parejas y matrimonios se hacen por Internet? Quizás, como en la red pocos son quienes dicen ser, a esos «conocidos» se les llame impersonales para diferenciarlos de los amigos hechos cara a cara, ¿los personales? La segunda dualidad pudiera establecerse entre personal y animal. A veces entre racionales e irracionales nacen fuertes lazos afectivos. ¿Quién me dice a mí que ese conocido que me llama su amigo personal no lo hace para distinguirme de su perro, el mejor amigo del hombre? ¡Odiosas comparaciones…!

Mire usted (¡huy, perdón!), personal es lo propio, todo aquello perteneciente o relativo a la persona; es una redundancia colocárselo a lo que es nuestro. ¿Cómo suena esta pifia: No me toques las narices personales?

Supongo que la intención del giro es crear una gradación dentro del grupo de amistades, reservando el título de personales a los amigos más próximos con quienes tenemos más confianza, a aquellos que siempre habíamos llamado íntimos. Por ende, ¿a los adversarios más acérrimos también tendríamos que llamarles enemigos personales?

A todos nos gusta tener cosas originales, algo que nos distinga de los demás. Importante diferenciador es nuestra forma de hablar; por ello, aunque es difícil no contagiarse de lo que incesantemente llega a nuestros oídos, debemos confeccionar nuestra propia indumentaria expresiva para no vestir el mismo uniforme comunicativo que el resto de la muchedumbre, ¿o manada?

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