ELEMENTOS DETECTIVESCOS EN LA NOVELA HISTÓRICA

Sabino Fernández

Kloster_Eberbach_MoenchsdormitoriumEn 1980, hace ya la friolera de 35 años, se publicó la novela El nombre de la rosa del escritor italiano Umberto Eco. Por supuesto que antes se habían escrito algunas obras con estructuras detectivescas en medio de una trama histórica, pero su éxito fulminante, como ocurre hoy en día con fenómenos como Cincuenta sombras de Grey de E. L. James y la novela erótica, marcó el pistoletazo para este género, en ocasiones llamado thriller histórico.

Yo distinguiría dos especies dentro de este género, si se me permite la comparación taxonómica. Por un lado, está la novela que alterna la época actual con la histórica o directamente nos sitúa en la actualidad para tratar una trama que tuvo su comienzo en la antigüedad, pero  que se desarrolla plenamente en un plano actual. Normalmente se nos describen organizaciones semiclandestinas o desconocidas para el ciudadano común que pretenden unos objetivos globales en torno a algún misterio, objeto o reliquia del pasado, con su propia historia personal que los protagonistas o el propio narrador se encargan de ir desgranando a lo largo de la trama. Este tipo de novelas tiene la ventaja de no tener que recrear un mundo pasado, lo cual facilita grandemente el trabajo al escritor y “populariza” el contenido al lector, alcanzando a un mayor número de posibles candidatos a su lectura.

fotograma-el-nombre-de-la-rosaPor otro lado, hace que personas que no se hubieran acercado en condiciones normales a conocer algo de la cultura maya, el antiguo Egipto o el Santo Grial, por ejemplo, puedan instruirse posteriormente en estos ámbitos llevados por la curiosidad del fin del mundo maya, una figura con una maldición egipcia o el cáliz donde se recogió la sangre de Cristo. También representan un peligro en el sentido de que suelen ser menos rigurosas históricamente que la otra especie que describiré a continuación. Pero ahí tenemos que confiar en el buen criterio del escritor y en el no menos bueno del lector para escoger aquellas obras que, además de entretener, aporten una información veraz y no descabellada y fantasiosa, o, si tal caso se da, ser conscientes de que esa novela es una mera fantasía del autor, por lo que convendría que el propio creador de la obra lo especificara, bien en un prólogo o en un epílogo.

La segunda especie de la que hablamos es aquella novela que realmente puede calificarse de histórica, puesto que se desarrolla en un periodo anterior al actual y recrea, más o menos con acierto, el mundo y vivencias de la época a la que hace mención. Todos sabemos que una novela histórica a palo seco, es decir, meramente histórica cual si se tratara de un ensayo, es difícil de digerir. Por ello los autores, comprendiendo que su labor no solo es informar sino entretener, como bien decía Miguel de Cervantes en la que podemos calificar de primera novela de la Historia, deciden incorporar a la árida información meramente histórica, elementos amorosos, aventureros y, tras el enorme éxito de la novela a la que hacemos mención al inicio del artículo, detectivescos.

En el nacimiento de la novela histórica, remitiéndonos a autores como Walter Scott o en España a autores como Enrique Gil y Carrasco, el elemento amoroso (no hay que olvidar que estamos en pleno Romanticismo historicista) era primordial. Un poco más tarde, sin obviar el elemento romántico amoroso, Alejandro Dumas incorpora muy acertadamente elementos aventureros muy preponderantes en sus novelas históricas, inaugurando la novela de capa y espada. Era cuestión de tiempo que surgiera la novela histórica con elementos detectivescos en la trama. La razón anteriormente citada, la necesidad de quitar aridez a la historia pura, es una buena excusa para el escritor de novela histórica. Pero no menor excusa es el buscar la inteligencia y la deducción en el escritor de novelas policíacas, que, con los recursos que incorpora el siglo XXI a la investigación (ADN, huellas digitales, pruebas forenses varias,…), ve coartada su imaginación para realizar tramas creíbles e imaginativas en el mundo actual y recurre al mundo antiguo para que sus pesquisas sean más interesantes, imaginativas y con más suspense.

goodwp.com_22256Hoy día vivimos un gran auge de este subgénero de la novela histórica con autores como Lindsey Davis, Ellis Peters o Paul C. Doherty, amén de los numerosos autores españoles que se han movido con mucha habilidad y pericia en este terreno. Solo nos queda a los puristas de la autenticidad de los datos proporcionados en una novela histórica, hacer la petición formal de que la documentación sea rigurosa y que, cuando el autor quiera dejar volar su imaginación, informe al lector y que no convierta la novela histórica detectivesca, que tantas alegrías nos puede dar a quienes nos gustan ambos géneros, en una novela detectivesca con una calidad histórica mediocre, en aras a obtener más lectores. La tentación siempre estará presente, pero no olviden que el gran éxito del El nombre de la rosa no se encuentra en que sea una novela detectivesca original, ni siquiera en que su elemento histórico sea espectacular, sino en que sabe conjugar muy bien la erudición y el entretenimiento, como don Miguel de Cervantes preconizaba.

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