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NOVELISTAS DE HISTORIA: ESPAÑOLES Y EXTRANJEROS

Sabino Fernández

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Es evidente que en el panorama editorial español cada vez se apuesta más por el producto español. La creciente demanda de novela histórica probablemente ha llevado a que el escritor español de novela de este género tenga muchas más probabilidades de publicación que años atrás. Por otro lado, la supresión de gastos de derechos de otras editoriales y de traductores también podría haber contribuido en esta apuesta por lo español.

El lector hispano puede hacerse una pregunta: ¿Va eso en detrimento de la calidad en la novela? ¿Qué puede aportar un español que no haya hecho ya un extranjero sobre una determinada temática histórica?

Hay que tener en cuenta una premisa, de inexcusable olvido, antes de contestar a estas preguntas. La premisa es que la temática histórica es cuasi-infinita. Existen tantas épocas históricas, tantos posibles enfoques, tantas temáticas principales argumentales, etc., que es casi imposible agotarlas todas.

Esta premisa nos ayuda a contestar las preguntas anteriores. En ocasiones se publicaba a autores extranjeros ante la falta de escritores españoles de calidad, con rigor histórico en sus historias y con fluidez narrativa. En ese afán de satisfacer el mercado y, ante la falta de mano de obra local, se empezaba por autores de gran nivel internacional, pero se acababa con autores de segunda categoría y sin un nivel literario excesivo pese a su extranjería. El aumento de medios audiovisuales de consulta y, sobre todo, el desarrollo de internet como herramienta de trabajo, ha permitido a autores españoles consultar un manuscrito de una biblioteca lejana por medio de la digitalización de fuentes o viajar sobre el terreno, sin desplazarse, por la digitalización de la geografía con medios como Google Earth. Esto ha hecho que el escritor español pueda tener a su disposición medios que antes no tenía y que la calidad literaria de sus novelas históricas y, sobre todo su rigor histórico-geográfico, sean mucho mayores.

Por todo ello, ya podemos contestar a la primera pregunta. La irrupción de autores españoles no va en detrimento de la calidad de la novela, porque esos autores han aumentado considerablemente su rigor y su categoría literaria es incluso superior a la de los novelistas extranjeros de segunda fila. Me atrevería a decir, además, que gracias a no existir una traducción de por medio, las cuales no siempre son de gran calidad y preservan la esencia de lo escrito, nos resulta una literatura más comprensible y más cercana al lector hispano, y los juegos de palabras y expresiones comunes son mucho más fácilmente comprensibles que en el caso de un texto traducido.

La contestación a la segunda pregunta, teniendo en cuenta la premisa que damos por válida y que nos sirve de apoyo, es que un autor español puede aportar mucho más a la historia y costumbres locales que un extranjero. Es difícil que un autor checo, norteamericano o sueco, por poner tres ejemplos, comprenda de igual forma el reino nazarí de Granada o el nacimiento de la monarquía aragonesa o la Inquisición española, por poner otros tres ejemplos, que un autor nacido en Granada, en Huesca o en Sevilla.

Recientemente leía una excelente novela de ciencia ficción titulada Mendigos en España de Nancy Kress. Pese a la excelencia de la novela, la visión de España de la autora parte de un total desconocimiento de la realidad española, que, por otro lado, es secundaria en la novela, por eso no deja de ser una gran novela a pesar de ese tremendo gazapo. Este ejemplo, aplicado a la novela histórica, se da con muchísima frecuencia. Cuando alguien lee una novela ambientada en la Historia española escrita por un autor que apenas conoce nuestro país se nota claramente esa carencia, y va en detrimento manifiesto de lo escrito por dicho autor. El conocimiento de los usos y costumbres hispanos, de la vida cotidiana, de la mentalidad y forma de pensar hispana, es una clara ventaja que tiene un escritor español a la hora de escribir sobre la Historia de nuestro país, y solo autores muy grandes o de un profundo conocimiento de la idiosincrasia propia de nuestra tierra son capaces de superar este enorme inconveniente.

Podemos por ello sacar alguna conclusión de lo tratado. No hay que despreciar a los autores españoles con respecto a los extranjeros por el mero hecho de serlo, en especial cuando la temática histórica tratada se refiere a nuestro propio país. Es lógico que un autor japonés describa una ceremonia del té de forma mucho más exacta y con mayor sentido de lo que podría hacerlo un español que ha visitado Japón 15 días de su vida y, por lo tanto, preferiría leer a un autor japonés para una narración histórica sobre un shogunato particular. Pero para que me describan que significó la Inquisición en España prefiero a un autor español.

Me gusta comer la fabada en Asturias y las salchichas en Frankfurt, por más que alguna fabada sea de lata y algunas salchichas sean de bote.

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