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LA RECREACIÓN DEL PASADO EN LA NOVELA HISTÓRICA

Sabino Fernández

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Turismo-Francia3La novela de género histórico precisa, como es evidente, una recreación del pasado que sea, dentro de lo posible, fiel a la época en que se enmarca la narración. Algunos autores lo consiguen y otros quedan en el intento. De todas maneras, la recreación debe ser rigurosa, pero a la vez cuidadosa. Tanto se puede pecar por exceso como por defecto. Intentaré explicar esta, en principio, contradicción argumental.

La recreación del pasado puede ser tanto de los usos y costumbres de la época, como del comportamiento moral, religioso o familiar de los personajes, del lenguaje utilizado en la novela, o de los elementos arquitectónicos, urbanísticos, etc. Es decir, se requiere una ambientación o recreación total, a veces imposible o muy difícil de conjugar con un lector actual.

Voy a dar algunos ejemplos para centrar la argumentación. Pongamos que vamos a leer una novela centrada en el Al-Andalus español y sus luchas con los reinos cristianos del norte. En dicha novela tienen que recrearse:

  1. La vestimenta, aperos, utensilios caseros… de los cristianos, judíos y musulmanes de la época. El autor, tal vez, buscará en fuentes antiguas, tanto gráficas como escritas, para situarse, y probablemente también en estudios modernos que hayan escudriñado con anterioridad en esta materia. El lector avispado enseguida se dará cuenta de defectos de vestimenta o material de cocina, por ejemplo, si el escritor se descuida.
  2. Si salen batallas o enfrentamientos habrá que describir con rigor las armas usadas, los atalajes utilizados por los caballos, las formas de batallar y las propias estrategias usadas en el combate. Algunos enfrentamientos están tan bien documentados en fuentes antiguas que si el escritor narra otra estrategia a la que realmente se produjo se le puede tachar de faltar a la realidad histórica. Por supuesto, también las armas deben ser las correspondientes a esas tropas y esa época. No podemos, por ejemplo, admitir que lleve un trabuco el rey Alfonso VIII de León.
  3. Si situamos algunas ciudades de la narración, éstas deben estar descritas según la urbanística de la época y, si se detiene en los elementos arquitectónicos, deben ser los situados en dichas ciudades en las fechas en que se narra la acción. No podemos describir la Alhambra, por ejemplo, antes de la época nazarí. Igualmente, no debemos situar a un judío viviendo en medio de las casas cristianas, cuando sabemos que tenían sus propios barrios dentro de las ciudades. Estos detalles deben ser también muy vigilados por el autor.
  4. masterandcommanderpicLas costumbres religiosas, morales, de vida familiar… deben ser cuidadas de forma muy especial. A veces, muchos escritores dan comportamientos morales o familiares muy contradictorios con la época en que es narrada la acción. No se puede esperar que el respeto a la individualidad e independencia de la mujer, por ejemplo, que existe en la actualidad, sea extrapolable a la época de Al-Andalus del siglo XI. Tampoco el trato de los hijos con los padres, ni el concepto de amor tan distinto que tenemos hoy, ni el fanatismo religioso que la época acarreaba, ni otras muchas circunstancias. En este punto cojean muchas de las novelas históricas publicadas.
  5. Un punto difícil es el del lenguaje utilizado. Hay casos en que es imposible hacer expresarse a los personajes como se hablaba en el pasado que relata la novela. Por ejemplo, recrear cómo hablaban los asirios o los egipcios de la corte podría ser insufrible para un lector actual, además de muy complicado de adaptar para un escritor de nuestra época. El lenguaje florido de ciertos periodos históricos también se haría insufrible para el lector contemporáneo. Sin embargo, sí es admisible una cierto arcaísmo del lenguaje y a veces incluso se agradece, pues introduce al lector en la época histórica relatada con más facilidad. Así, por ejemplo, hablar de maese Pedro o de fray Esteban, aunque en la actualidad no se utilicen, son términos que nos acercan a ese pasado que se pretende recrear.
  6. thump_8008182c065ec97cEste punto es el referido a elementos menores que suelen ser gazapos colados en multitud de novelas. Estos elementos menores pueden ser cultivos, comidas, flores, especias, joyas, o cientos de mínimos detalles que, a veces, son descuidados por el escritor. No podemos nombrar, por ejemplo, las patatas o los tomates en la novela sobre Al-Andalus, pues aún no se había descubierto América y no se cultivaban en Europa. Tampoco ciertas flores que aún no habían sido traídas al continente europeo en el pasado que se narre en la novela, o determinados elementos ornamentales, o especias que no se mercadeaban en esas épocas, o transacciones comerciales que no corresponden al tiempo en que se desarrolla la trama o medios de transporte espurios y cientos y cientos de aspectos más.

De todas maneras, yo tengo por norma no buscar en detalle los errores novelísticos y tratar de disfrutar de la ambientación que el autor nos consigue crear, pues uno de los grandes alicientes de las novelas históricas es el disfrutar de esa inmersión en otro tiempo, otro lugar y otros usos que tanto nos encanta a los que amamos las novelas de género histórico. Es inevitable que si dichos errores son muy evidentes el lector se sienta defraudado y, como si dijéramos, sacado de una patada en mal sitio del disfrute de la época en que se hallaba inmerso. Por eso es responsabilidad muy principal de los escritores del género el conseguir una ambientación o recreación lo más correcta posible. Así que escojamos buenos autores y ¡a disfrutar!

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