EL NOMBRE DE LA ROSA

Juan Angulo Serrano

el_nombre_de_la_rosaMe pide José Guadalajara que me encargue de esta sección de Cine de Historia y que la inicie con El nombre de la rosa. Yo hubiera elegido alguna otra, pero reconozco que la gran novela de Umberto Eco, además de haber sido un best-seller, fue el principio de una gran ola de novelas históricas que sigue igual de boyante ahora (incluidas las novelas de José Guadalajara). Y como ésta es una web literaria, puede ser una buena elección, aunque yo esta sección pretendo enfocarla, fundamentalmente, desde el punto de vista cinematográfico.

Ya se ha escrito bastante sobre la cinta de Jean Jacques Annaud, bueno y malo, por lo que es fácil repetirse con anteriores opiniones al analizarla, aunque hacerlo a más de veinte años de su estreno facilita que se pueda aportar algún detalle.

Inicialmente no cosechó muy buenas críticas, y en E.E.U.U., a pesar de haber sido rodada en inglés, casi resultó un fracaso económico. Estaba muy reciente el éxito de la novela, y el público siempre tiende a comparar, con perjuicio casi siempre para el libro. El propio Umberto Eco, que mantuvo estrechos contactos y conversaciones con el director, llegó a decir «que era otra criatura, de la que no se sentía en absoluto responsable». Opinión que yo ampliaría a cualquier otra adaptación al cine,  pues éste utiliza otro lenguaje, otra visión, diferentes perspectivas, el concepto del tiempo, etc., etc. Debe huirse de compararlas demasiado o criticar su mayor o menor fidelidad histórica.

El nombre de la rosa no ha ganado con el tiempo, como le pasa a los buenos vinos. Pero tampoco se ha estropeado. Puede seguirse viendo con agrado. Pero en su contra diré que el guión se apoya fundamentalmente en la trama policiaca. Es una elección. El propio Eco no oculta su inspiración en Sir Arthur Conan Doyle («Baskerville», «Adso/Watson», «elemental querido Watson…»), lo cual va en detrimento de otros matices más sugestivos, como las herejías de la época, las luchas internas de la Iglesia contra las congregaciones y el poder terrenal y, sobre todo, con la idea básica de evitar que se llegue a divulgar el libro segundo de la Poética aristotélica sobre la risa, resumida en la frase del fraile Jorge: «La risa mata al miedo y sin miedo no hay fe…» (El propio Annaud ha reconocido posteriormente que esa parte resulta algo oscura en su película). Así que yo me atrevo a clasificarla dentro del género policiaco, lo que no es ningún demérito, antes que en el histórico.

1986-el-nombre-de-la-rosa-001-sean-conneryUno de sus mejores valores es la puesta en escena: decoración, vestuario, ambientación… Fue una labor muy profunda, pues se buscaron datos y localizaciones en Italia, Alemania, España y Austria, sacando ideas de numerosas abadías y conventos para reconstruir, a 10 kms. de Roma, la Abadía, tratando de acercarse a la de Moissac, en la que se inspiró Eco. Se contó con el asesoramiento de grandes expertos sobre la época. Un detalle: las páginas miniadas que se muestran en la película fueron realizadas por monjes de la Abadía de Peralia (Venecia), que todavía conservan los métodos de trabajo del siglo XIV. Tardaron entre seis y doce meses para elaborarlas, y tenían un gran valor, tanto que, durante el rodaje, fueron robadas algunas y hubo que volver a realizarlas, con tal premura que sus fotogramas se insertaron en la película a solo dos semanas de su estreno. Pero, curiosamente, las únicas escenas rodadas en un monasterio real fueron tomadas en el de Eberbach (Valle del Rin) y corresponden a las que transcurren en el Scriptorium.

Otra buena baza de la película fue su casting. Los monjes, reclutados entre actores y secundarios de los teatros romanos, parecen sacados de cuadros de El Bosco o de Brueguel. ¿Y qué decir de Sean Connery? Cuando Annaud se lo propuso a Eco, éste se llevó las manos a la cabeza pensando en el Agente 007. Pero resultó ser el papel que terminó de consagrarlo ante el gran público, sobre todo europeo, aunque ya había realizado memorables trabajos, como en El hombre que pudo reinar de John Houston. No menos destacable fue la interpretación y caracterización de Ron Perlman, «Salvatore», el monje loco, hereje y deforme, que no hubiera mejorado ni Boris Karloff (el monstruo de Frankenstein para los amigos).

23586_640pxUna condición que impuso Umberto Eco para autorizar la filmación de su novela fue la de que no se realizara al estilo grandioso de Hollywood. Se consiguió, pues se trata plenamente de una película europea, aunque haga algunas concesiones a la galería, como el final feliz de la joven despidiendo amorosamente a Adso.

El tratamiento fotográfico pienso que podría ser notablemente mejorado (un Aguirresarobe hubiera hecho virguerías), pues se abusa del tenebrismo. De la música, ni me acuerdo.

Jean Jacques Annaud es un buen artesano del cine, que siempre destaca por sus concienzudas puestas en escena (El amante, En busca del fuego, El oso, por ejemplo). No sé, en cambio, si será capaz de realizar su film definitivo.

                                                                                                                                    

FICHA TÉCNICA: Director: Jean Jacques Annaud; coproducción italo-franco-alemana. Intérpretes: Sean Connery, F.Murray Abraham, Michael Lonsdale, Ron Perlman, Elya Baskin, Volker Prechtel, Feodor Chaliapin jr., William Hickey, Michael Habeck, Urs Althaus, Vernon Dobtcheff, Leopoldo Triestre, Valentina Vargas y Christian Slater.  Música: James Horner.  Fotografía: Tonino Delli Colli. Año de producción: 1986. Duración: dos horas y diez minutos.

Jean Jacques Annaud

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