PRISIONEROS DE ZENDA (FERNANDO MARÍAS)

José Guadalajara

Fernando Marías me transmite bondad y cordialidad. Lo conocí fugazmente en la presentación de un libro en el Centro Cultural Federico García Lorca de Rivas Vaciamadrid. Unas palabras apenas en esos primeros instantes de conocimiento y relación pasajera. Pero se me quedó grabada su sonrisa y su cercanía.

Enseguida, me adentré en sus fichas biográficas y en su página personal de escritor. Me sedujo el título de su última novela: Todo el amor y casi toda la muerte. Ha sido mi novela durante este verano y he descubierto en ella a un escritor que no solo sabe contar sino escribir con maestría, porque Fernando Marías me ha sorprendido con su estilo de luz prodigiosa y con ese silencio que se mueve a nuestro alrededor cuando avanzamos a través de la poesía de su palabra. Ese silencio nos envuelve y nos llena la cabeza de historias que hablan, de caminos que nos exploran, de voces de otro silencio que nos permite reflexionar mientras vivimos profundamente en la lectura.

Desde entonces, hemos intercambiado mensajes varios a través de Facebook y nos hemos vuelto a encontrar en la sala Miguel Hernández de Covibar en la presentación de su libro Prisioneros de Zenda, cuatro relatos magníficamente ilustrados por Javier Olivares. Hemos conversado ante una cerveza con limón y una botella de agua y, como el primer día, he sentido su humanidad y sus generosas palabras a una altura tan sorprendente como la calidad de su prosa.

Ahora me supone una enorme satisfacción contar con él en esta sección de Mis amigos escritores. En su trayectoria literaria hay hitos importantísimos. En su página personal, muy estructurada y bien organizada (www.fernandomarias.com), se puede seguir de cerca todo ese itinerario literario de este hombre del 58: novelas, relatos infantiles y juveniles, participación en obras colectivas, guiones cinematográficos, multitud de premios… y esos “Hijos de Mary Shelley” con los que uno, iluminado por una vela y aterrorizado por rumores y pasos siniestros, se topa siguiendo un pasillo alfombrado que nos conduce a una reducida cámara rodeada de libros y de una chimenea encendida.

Sentado en un sillón del siglo XIX, nos encontramos ahora con Fernando Marías que nos presenta su último libro:

LA VOZ DEL AUTOR

Para un cinéfilo empedernido como yo, que soñó siempre que algún día haría películas, pocas experiencias pueden resultar tan hermosas como la que ha supuesto Prisioneros de Zenda, inventado y realizado a medias con la complicidad de Javier Olivares, autor de la complejísima parte visual. Teóricamente, es un libro que contiene cuatro relatos de aventuras (piratas, aventura colonial, bandoleros y hasta un medio zombi enamorado de la vida), pero en realidad creo que es más bien un libro sobre la pasión que Javier y yo compartimos por determinada literatura y cine de ese género, que iluminó –literalmente- nuestra infancia y juventud. Somos –como todos aquellos que aman las narraciones aventureras- auténticos “prisioneros de Zenda”.

Siempre quise hacer películas de aventuras, y cuando me encontré con la sorpresa de que a Javier le pasaba aproximadamente lo mismo, decidimos poner en marcha este proyecto que, por suerte, halló enseguida la complicidad de la editorial SM, verdadera “productora” de la “película”. Basta mirar el libro, adentrarse en él, para entender exactamente a qué me refiero cuando digo que Prisioneros de Zenda es, en papel impreso, lo que siempre soñamos con ver algún día en la pantalla. Solo faltó la banda sonora, pero confiamos en que esa la pone, acaso secretamente, cada lector.

Algunos libros son el sueño de quien los escribe; este, en concreto, es el sueño de dos niños que lograron no crecer del todo. Y, obviamente, a niños iguales está dirigido.

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