MAPA DE RUTA (JOSÉ LUIS MORANTE)

José Guadalajara

Poeta y crítico; en sus manos la antología poética Mapa de ruta.

Nos vemos casi a diario en el Instituto. Nos cruzamos en las rutas y en los mapas que conducen a los pasillos habitados o nos tropezamos en el habitáculo incesante de los profesores. Intercambiamos, entre clases y recreos, algunas palabras o formalizamos en un instante literarias conversaciones.

Su perfil pasa deprisa, como un halo, frente a las ventanas, y abre o cierra la puerta de cristales, cuajada de ráfagas de invierno o de primavera transparente. A veces, camina con aire de profesor distraído; otras lo hace como pasaje solitario de novela o poema que se desliza entre cendales y silencio.  Devana sus heterónimos y su sonrisa abierta entre “el yo que pienso y otro, el que parezco”, como rotonda con estatuas extraída de su primer poemario.

Es José Luis Morante, nacido en El Bohodón, pero que ha implantado en la ciudad de Rivas Vaciamadrid, a quince kilómetros de Madrid, su apasionada simiente mientras  desgrana un extenso currículum de prosas y versos. En Rivas creó, en tiempos prehistóricos, la revista Luna Llena y coordinó Prima Littera durante una década. Ha publicado siete libros de poemas y ha sido galardonado con varios premios: Rotonda con estatuas (1990), Enemigo leal (1992), Población activa (1994), Causas y efectos  (1997, Premio Luis Cernuda), Un país lejano (1998), Largo recorrido (2001, Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz) y La noche en blanco (2005, Premio Hermanos Argensola). Por el conjunto de su obra recibió el Premio Espadaña y el Premio Cultura Viva 2009.

Asume la crítica literaria como uno de sus baluartes y así lo demuestra día a día con sus reseñas y ensayos en distintas publicaciones. Antólogo y estudioso de poetas, ha editado a Joan Margarit, Herme G. Donis, Luis Felipe Comendador y, en breve, a Luis García Montero. Es autor del diario Reencuentros, del libro de entrevistas Palabras adentro, así como de Protagonistas y secundarios, un conjunto de estudios sobre poesía contemporánea. Muy reciente es su libro de aforismos Mejores días, y, ahora, su antología poética Mapa de ruta (1990-2009), publicada en la colección Maillot amarillo de la Diputación de Granada y que da cobijo poético a grandes nombres.

Mapa de ruta nos guía, para reconocerlo por dentro y por fuera, hacia José Luis Morante: “Soy crédulo y paciente / aunque mis días recorren / una topografía de sucesos mágicos”. Su itinerario es de amplio alcance: de estampas cotidianas, de fotografías orilladas de tiempo, de melancolías o desesperanzas, de resistencias, a veces, antiheroicas: “Héroe no soy, ni primogénito / de una raza de dioses que nunca desfallecen”.

En otras ocasiones, nos habla alto y con claridad y nos conmina a la persistencia: “El arte de vivir los lunes / requiere cierta práctica y algo de teoría / saber de estratagemas y confabulaciones / y adjetivar la prosa cotidiana”. Cuando retorna a su infancia, vuelve a sonar el tic-tac del reloj detrás de los recuerdos y comienzan a desfilar ante nuestros ojos las viejas lecciones, los “dictados / lejanos, gaseosos, transparentes, / como el dulce sopor de las adormideras”, hasta que una vita nuova de amores primerizos nos rebrota en una exultante Beatrice, “asignatura inaccesible / que todos suspendimos y aprobamos / en turbadoras noches de andar lento / que perdonaban los confesionarios”.

Es José Luis Morante… que hoy nos conduce a través de sus rutas.

LA VOZ DEL AUTOR:

“Aquí pierdo la voz, contemplo Rivas, / un nombre propio escrito en el asfalto…”.

Alude Mapa de ruta –no niego que la etiqueta está familiarizada con mi trabajo como profesor de Ciencias Sociales en un instituto de Secundaria- al recorrido de dos décadas de escritura, desglosado en siete poemarios que mantienen aquí una disposición cronológica, con el mínimo añadido de cinco inéditos que hablan de esencialidad y despojamiento; ser claro, ser preciso.

En mi escritura prevalecen unos cuantos temas que imponen su presencia de manera más o menos continua.

Las similitudes entre el yo biográfico y el ser literario abundan en Población activa, Causas y efectos y La noche en blanco con referentes sentimentales que hacen de la convivencia una indagación sostenida, aunque sea en Causas y efectos donde el anecdotario biográfico cobre mayor presencia: los días de infancia, la presencia del padre, el aprendizaje sentimental y la fuerza de enlace con la realidad. Si manipulamos la proclama de Rimbaud que convertía al yo en otro, la nueva declaración es igualmente válida: el otro es yo.   En la poesía realista el empleo frecuente de la primera persona, tan apropiado para el tono meditativo, tiende a confundir el ser poemático y el biográfico. Son entidades distintas, aunque emparentadas por evidentes conexiones: el primero se nutre del fondo de experiencias, vivido o imaginario, de quien escribe.

Añado unas mínimas consideraciones sobre el enfoque formal. Si en Largo recorrido el verso normativo era el endecasílabo, ahora es el heptasílabo la medida versal más frecuente. El arte menor acelera la cadencia lectora y da levedad al poema, una circunstancia que también potencia el despojamiento de adjetivos en los títulos. Recurro al poema breve, que busca la intensidad en un mínimo desarrollo narrativo e incrementa el ritmo conversacional, fluido y comunicativo. Nunca he gastado energías en convertir una composición en un acertijo o en un enigma inútil.

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