EL RATÓN PÉREZ

José Manuel Pedrosa

El Ratón que se lleva los dientes de leche de los niños y que les devuelve dientes de adultos es el personaje mítico más antiguo y más universalmente conocido de todos los que están documentados.

Sus orígenes remontan, sin duda, a la prehistoria y a la preliteratura, y su figura sigue plenamente viva, hoy, en todas las latitudes del mundo: en España y en Hispanoamérica, donde se le conoce como el Ratón Pérez (en América le quitan a veces el apellido, y le dejan sólo como “el Ratón”, o, a veces, como “el Ratón de los Dientes”); en Francia, donde es conocido como “la Petite Souris”, o como “la Souris des dents”: es decir, como “el Ratoncito”, o como “el Ratón de los dientes”; en Italia, donde se le llama “il topolino”, es decir “el ratoncito”, que no hay que confundir con “il Topolino”, que es, en italiano, el “Ratón Mickey” de Disney.

Además de en estos países, los Ratones son los encargados de cambiar por uno mejor los dientes de leche que se les caen a los niños en los Balcanes, en Rusia, en muchos países de África, en la India, en Japón, en China, en la Polinesia…

En tiempos antiguos, el ritual ordenaba que los niños debían arrojar los dientes caídos a lo alto de los tejados, en la creencia de que el Ratón vendría a recogerlos allí. Hoy, los tejados se han convertido, en muchos lugares, en azoteas inaccesibles, y los niños han debido cambiar de estrategia: los guardan debajo de la almohada. A cambio del diente caído, se cree que el Ratón (o el Ratón Pérez) deja al niño un regalo o una cantidad de dinero, y que propicia el crecimiento del nuevo diente que habrá de reemplazar al de leche. La costumbre de esperar dinero o regalos a cambio del diente que se dejaba al ratón es, también, moderna: la inmensa mayoría de los (pobres) niños de antaño no podían aspirar a tales privilegios.

La pregunta que mucha gente se hace es: ¿por qué un Ratón? ¿Por qué es (casi) siempre el Ratón el encargado de llevarse los dientes de los niños? Pues porque, como el ratón es el animal al que se le suele atribuir mayor fortaleza dentaria, se cree (por un proceso que los antropólogos llaman magia simpática o de contacto) que entregándole el diente caído sale otro igual de fuerte que el del Ratón que se lleva el diente.

Que los ratones tienen fuertes dientes es algo que no admite dudas. Tan fuertes y poderosos son, que estos animales han de pasar toda su vida royendo, para que no crezcan demasiado y su tamaño no acabe perjudicándoles. Desde la antigüedad han circulado numerosas leyendas en que se atribuía a los ratones la capacidad para comer oro o hierro gracias a la fortaleza de sus dientes. Y su afición a vivir en techos de paja, tejados, desvanes.

En general, se ha relacionado este tipo de ofrendas a roedores míticos con las prácticas de lanzamiento de los dientes de leche a los tejados. En diversos pueblos de España, como en Quero (Toledo), los niños lanzaban el diente caído al tejado de su casa mientras gritaban:

Ratoncito, ratoncito,

que me salga otro

más bonito.

Y, según James George Frazer, el antropólogo británico autor del famosísimo tratado de antropología que lleva el nombre de La rama dorada, muy lejos de Europa, en Raratonga, en el Pacífico, cuando se extraía un diente a una criatura, se solía recitar la siguiente oración:

Gran rata, pequeña rata,

aquí está mi viejo diente;

os ruego me déis uno nuevo.

Después arrojaban el diente sobre las bardas [techado o cobertizo de paja] de la casa, porque las ratas hacían sus nidos en las bardas viejas. La razón asignada para invocar las ratas en estas ocasiones era que para los nativos son dientes de rata los más fuertes que conocían».

En España y en los países occidentales u occidentalizados tiende a desaparecer el rito de arrojar el diente a los tejados, cada vez más altos e inaccesibles para los niños, aunque se suele mantener el de ofrendar el diente a algún ratón mítico.

En los países anglosajones, aunque se han detectado ritos propiciatorios que relacionan la dentición infantil con los ratones, el mito dentario más popular es el de la «Tooth Fairy», es decir, «el Hada del Diente». Una especie de hada bastante joven, relativamente moderna, de la que hay noticias sólo a partir de las décadas primeras del siglo XX, y que es imagen y semejanza de las hadas de Disney, en las que se inspiró. Poco a poco, le va comiendo el terreno, en muchos lugares (por ejemplo, en Alemania, o en Centroamérica) al Ratón de los Dientes, por el impulso que la globalizada cultura norteamericana y anglosajona contemporáneas, que están colonizando, de manera inexorable, los imaginarios del mundo.

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