¿DÓNDE ESTÁN ESOS LIBROS?

José Guadalajara

20101212170817-55En principio, parece que acercarse a la literatura medieval no es una costumbre muy arraigada entre los lectores. Decidirse a tomar entre las manos un cantar de gesta como el Poema de mio Cid, un texto alegórico como El infierno de los enamorados del Marqués de Santillana o incluso la propia Celestina de Fernando de Rojas no son hábitos frecuentes. Es más, da la sensación de que obras como éstas se toman por reductos inaccesibles, poco más que laberintos sin salida o espacios monótonos que hacen bostezar hasta las ovejas.

No niego la dificultad que para un lector de literatura contemporánea, en cualquiera de sus géneros, pueda tener una obra escrita en la Edad Media. Incluso también para aquellos lectores que, sin embargo, sí se atreven con autores de otros periodos históricos, pero que raramente se acercan a las obras medievales. Desde Garcilaso, pasando por el Lazarillo de Tormes, los autores del Barroco, del neoclasicismo y los románticos hasta los realistas del siglo XIX como Galdós y Clarín, hay toda una infinidad de posibilidades literarias –sin hablar ahora de las literaturas foráneas-, mucho más exploradas que Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz, Juan Manuel o Alfonso X el Sabio por mencionar ahora solo algunos ejemplos más conocidos del medievo.

Es evidente que el idioma –las tres lenguas romances hispánicas- constituye una seria dificultad para lectores nada familiarizados con los registros lingüísticos de los siglos XIII al XV. En su descargo podría argumentarse que no es imprescindible acceder a esos textos en su forma original, ya que hoy existen espléndidas versiones modernas y modernizadas de esas obras que evitan al lector profano enfrentarse directamente con una lengua que no comprende o que, al menos, le ofrece complicaciones morfológicas, sintácticas y léxicas que le hacen rehuir de la lectura.

Esta fuga es algo generalizado, porque la literatura medieval no se encuentra habitualmente en las coordenadas mentales ni en los gustos de nuestros lectores. ¿Qué hace que no sea así?

Al margen de las lecturas escolares realizadas a través de antologías, selecciones de textos y libros de lectura obligatoria del programa curricular, me atrevo a decir que son muy pocos los que, por su cuenta y riesgo, han seguido leyendo obras de la Edad Media. Como estudiantes, tal vez accedieran entonces al Poema de mio Cid, La Celestina o el Conde Lucanor y, en todo caso, quizá recuerden otros textos y autores de este periodo tales como las jarchas, las cantigas, los romances y Jorge Manrique, autor de las célebres Coplas a la muerte de su padre. Pero, ¿y después? ¿Alguno se acuerda de alguna otra obra de este periodo? Más difícil será todavía -¿imposible?- que la haya leído.

beatoAhí están como ejemplos el Libro de Alexandre, magnífico poema en cuaderna vía del siglo XIII; el debate de Elena y María, que discuten sobre el mejor amante posible –un clérigo o un caballero-; el Auto de los Reyes Magos, que siguen la estrella en busca del recién nacido; el Libro de miseria de omne, escéptico y moralista; el Libro de los engaños, con su misoginia característica; el Corbacho, lleno de modelos de mujeres a las que se critica sin tregua; el Libro de los legos; El Libro de los estados; la Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio; el Tirant lo Blanch; Blanquerna; el Libro de los grandes hechos… y cientos de títulos que conforman un mundo, una manera de ser, de amar, de sentir y de pensar.

Es cierto que muchos siglos nos separan de estos escritos medievales. Es cierto que hay una lengua por medio que impide a muchos acceder directamente a los textos. Es cierto que existe cierta pereza intelectual y emocional. Es cierto que hay también mucho desconocimiento. Es cierto que no falta la seductora literatura contemporánea con sus cantos de sirena. ¿Y quién podrá resistirse?

No pretendo con estas breves palabras sino suscitar la curiosidad y, tal vez, que algún curioso lector se decida a ir más allá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio